Érase una vez un niño llamado Chikipú que vivía en un pueblo de Madrid, en España. Chikipú era un niño muy observador y le gustaba mucho la naturaleza.
Le encantaban las flores, y se había dado cuenta que la única época de flores, en los almendros, era la primavera.
Todos los días de primavera, le gustaba observar las flores, por los colores tan bonitos que presentaban en esta época del año.
Sin embargo, este niño se ponía muy triste cuando la primavera pasaba, y ya no se podían ver las flores de los almendros.
Un día, su abuelo, que era muy sabio, le dijo, «debes mirar la parte positiva de todas las cosas«, y le contó lo siguiente:
«En verano los almendros no tienen flor, pero puedes acercarte a ellos para que te den sombra.
En otoño los almendros no tienen flor, pero tienen almendras, que te puedes comer cuando caen al suelo, y las golpeas entre 2 piedras.
En invierno los almendros no tienen flor, pero sus ramas se llenan de nieve y forman una imagen también preciosa.»
Chikipú comprendió la grandeza de la naturaleza, y decidió que no debía ponerse triste en ninguna época del año, ya que siempre existen cosas bonitas que admirar.
FIN
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