EL NIÑO DE PLASTILINA

Nuevo Cuento Corto para niños, creado por: Lile Parossa

Había una vez en una escuelita muy lejana, una casa de juguetes. Ahí vivía Esteban, un niño de plastilina. Esteban tenía muchos amigos, pero en cierta ocasión los niños de la escuela hicieron una exposición de monstruos en plastilina.

Aquella casita que era alegre y tranquila, se volvió una locura. Los monstruos corrían para asustarlos, les quitaban sus camitas, los chocolates y dulces que les dejaban los niños y hasta los dejaban colgando del techo.

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Por las mañanas, los juguetes eran felices al oír las risas de los pequeños que llegaban a la escuela. Con ellos estaban seguros… bueno…casi, pues eran bastante traviesos.

Una noche Esteban estaba jugando a las canicas en el patio de la escuela, cuando vio pasar a Turbión con Triny, la muñeca que no tenía piernas. Triny gritaba ¡auxilio, auxilio! mientras era lanzada a una honda pileta. Esteban trató de ayudarla, pero apenas podía desplazarse porque sus pies de plasticina se pegaban al piso. Turbión se burlaba de Esteban y le lanzaba semillas de maíz para que se le incrustaran en los pies.

Ruperto, el muñeco plástico comenzó a correr tan rápido como sus patines lo llevaban, de un manotazo lanzó a Turbión al piso y le lanzó una patineta a Esteban para que se subiera en ella. Los dos niños fueron a rescatar a Triny, quien estaba tiritando de frío. La llevaron a la enfermería donde una doctora la abrigó.

Turbión estaba molesto y prometió que lanzaría a Esteban y al niño plástico a la pileta en cuanto tuviera la oportunidad.

Al día siguiente, la maestra pidió que los niños hicieran serpientes de plastilina. ¡Qué horror!, dijeron los juguetes, ¡veremos cuántos juguetes sobreviven! Si nos destruyen, los niños no tendrán con quien jugar y estarán tristes.

Uno de los niños vio a Esteban y lo atrapó, fue amasándolo entre sus manitas, mientras el niño de plastilina rodaba una lágrima pensando que muy pronto no sería más un niño sino ¡una venenosa serpiente!… ¡Nunca más volvería a ver a jugar con sus amigos!

Con una mirada triste, se despidió de Ruperto quien lo veía desde una cunita donde una niña jugaba alegremente con él.

En un instante…ya no estaba Esteban. ¿Cómo que no estaba Esteban? el niño había convertido a Esteban en un héroe de plastilina,  le colocó unos zapatos que lo llevaban a todas partes a gran velocidad. Con su imaginación, el niño le dio muchos poderes a Esteban. Mientras tanto, los otros niños habían hecho las serpientes y montaban una exposición en el aula.

Esa noche, las serpientes se subieron a los árboles a comerse toda la fruta, los monstruos andaban sueltos volando por el techo y todos los juguetes estaban escondidos en los lugares que creían más seguros.

Turbión amarró a Esteban y lo lanzó al patio donde estaban las serpientes más feroces, para que lo destruyeran. Pero pronto, Esteban usó sus zapatos para aplastarlas, giró sobre si para romper sus ataduras y confinó en un escaparate a todos los monstruos y serpientes.

Todos los juguetes aplaudieron la valentía de Esteban. Los monstruos y las serpientes se comprometieron a no hacerle daño a nadie y vivir en paz. Turbión fue el jefe de los monstruos y velaba porque el acuerdo se cumpliera. La doctora le hizo a Triny unas piernas de plastilina para que volviera a caminar.

Esteban estaba muy contento y fue nombrado “Guardián de la casa de juguetes”. A partir de ese día, todos vivieron contentos e hicieron muy felices a los niños de la escuela pues les ayudaban con las tareas que los maestros les asignaban.

FIN

Moraleja: Todos unidos podemos vencer al mal y vivir en paz.

Valores del cuento: El respeto. El compromiso. La solidaridad

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