JAVIER Y LAS ZAPATILLAS VOLADORAS

Érase una vez unas zapatillas viejas y sucias que vivían en una casa a las afueras de Barcelona. La casa estaba situada en un barrio rico de Barcelona, y los propietarios también eran ricos. Las zapatillas se encontraban concretamente en la habitación de su hijo pequeño, Javier.

Javier tenía muchas zapatillas, pero solamente usaba 2 o 3 pares de todas ellas.

Un día, Javier estaba limpiando su cuarto y descubrió al fondo del armario las zapatillas viejas y sucias. Las vio tan sucias que decidió ponerse a limpiarlas. Empezó a frotar las zapatillas con un trapo, y según iba limpiando, iba recordando que esas zapatillas sólo las usó una vez en su vida. «Ya sé», pensó, «estas zapatillas me las puse aquel día que fui a jugar con barro en el parque».

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Cuando quedaron totalmente limpias se dio cuenta de un detalle que no había visto jamás, las zapatillas tenían un botón brillante en la suela. El botón parecía un diamante, y deslumbraba la vista de Javier de lo brillante que era. Javier se preguntaba para qué sería ese botón, así que decidió pulsarlo y fue entonces cuando Javier se quedó maravillado. De aquellas zapatillas salieron unas alas de tela del tamaño de la cabeza de Javier, y solas, se colocaron en frente de la ventana de su habitación.

De la emoción, se puso las zapatillas y  éstas salieron por la ventana arrastrando por el aire a Javier. Javier empezó a gritar sin parar hasta que las zapatillas se pararon por completo, cuando él dijo la palabra: «Detenéos!».

Así fue como descubrió que podía manejar las zapatillas voladoras con sus palabras, y se convertía en una especie de Superman, cada vez que se ponía estas zapatillas mágicas.

Durante unos años Javier fue el héroe de la ciudad, hasta que, después de crecer, los pies no le entraron en las zapatillas. Entonces decidió guardar las zapatillas para cuando él tuviera un hijo, y así volvería el gran héroe de la ciudad.

FIN

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