Me dicen Glup pero me llamo Galish y vivo hace 20 años en Jaipur, India. Es muy cerca de donde viven mis tíos, mis hermanos y mis amigos, pero no sé si es lejos de donde vives tú.
Siempre he querido saber cómo son los trabajos de otras familias, así que para que se sientan en confianza y después me cuenten qué hacen las suyas, partiré contándoles cuáles son las profesiones de una familia elefante.
Aunque todos piensen diferente sobre nosotros, en una familia elefante ninguno de sus integrantes hace lo mismo que el otro. Por ejemplo, yo soy el buzo de la familia y además de buzo, soy el más joven: aún no cumplí los 21 años.
Mi papá tiene 60 años y pesa muchos kilos, ¡es como tres veces yo!, y Kaira, mi mamá, hace una semana cumplió 65: ella nació primero que todos nosotros.
Pero no quiero distraerme, siempre parto contando algo y termino diciendo otra cosa-, así que mejor sigo diciéndoles las profesiones de mi familia.
Ranjit, mi hermano mayor, es el encargado de las platas y las cuentas. Mi papá y mi mamá se dedican al transporte: ¡llevan todos los días a muchas personas a pasear por la ciudad! Les encanta que la gente esté siempre feliz con ellos, y se acuerdan de todos los nombres de los turistas que han paseado durante su vida. ¡Incluso han paseado a reyes!
Yo soy el único que no tengo buena memoria o memoria de elefante, como bromean todos. Pero yo les digo que eso es cosa de adultos, y que sí recuerdo el color de todos los peces y animales marinos que conozco en mis veinte años de vida y diez de Buzo.
– ¿Les puedo contar cómo terminé siendo buzo?
Con eso también se van a reír. Siempre se ríen de mí, pero como en India todos nacen con una misión de vida, creo que la mía es simplemente hacer reír a todos. Me gusta que se rían de mí y de las cosas que hago o digo.
Empecé a trabajar en el lago Man Sagar, porque no soportaba el calor. Kaira, -nunca le digo mamá porque su nombre es muy bonito-, me cuenta que cuando yo estaba en su guatita, pasaba casi todo el día en el agua debido a las altas temperaturas que hubo ese año.
Ella cree que por eso, cuando nací, aunque todavía no sabía caminar bien, llegué solito al lago Man Sagar, el que está más cerca de mi casa.
¡Y ahí me quedé hasta hoy! Salgo a las calles solo de noche o cuando se esconde el Sol.
Fue por eso que mi papá, Manjit, me dio la excelente idea de trabajar en el agua. Y Ranjit, mi hermano mayor y el mejor economista de la ciudad, me dijo cómo hacerlo. Se le ocurrió que, como a mí me gusta estar en el lago y hablo mucho, podría trabajar contándoles a los elefantes que no sabían bucear, cómo era el fondo del lago Man Sagar.
Ranjit les cobra a todos los elefantes y animales que me escuchan. Todos se ríen a carcajadas y yo lo paso muy bien.
– ¿Me falta contarles de alguien?
Mmm, parece que no. Pero lo que aún no saben, es que cuando nací, Kaira dijo que no iba a tener más elefantes, que seríamos solo dos y que no llegarían más. Nos dijo que no era porque no quisiera tener más elefantitos, si no porque se quería dedicar a cantar. ¡Y nadie le creyó!
– ¡Pero si los elefantes no cantan!, le dijo Manjit entre risas
Pero ella dijo que sí, que sí cantaban.
Ahora sí me acordé lo más importante que no les he dicho. En todas las ciudades de mi país, hay templos dedicados a los elefantes. Lo raro es que a ellos no van elefantes, sino personas. Yo creo que es porque no cabemos por la puerta, pero tenemos un lugar especial para quedarnos cerca de las ventanas.
Pero Kaira siempre logra lo que quiere y las ventanas no eran suficientes para ella.
Cuando cumplí 21, Kaira estuvo tres meses trabajando para componer una melodía y así honrar a nuestros antepasados que están enterrados en el templo más cercano de donde vivo, el Govind Dev Ji.
Yo no conocí a todos nuestros antepasados, pero de todos los que ya han muerto, Ganesha es mi favorito porque se reía mucho, ¡casi más que yo!
Y así, a la tercera luna después de cumplir 21, ocurrió lo más importante de mi vida. Kaira compuso su canción y se fue a cantar desde la ventana del templo Govind Dev Ji.
¡Si la escucharán, entenderían por qué salí del agua al calor!
Antes de cantar una nueva canción, Kaira siempre iba a cantarme al lago para saber mi opinión.
Manjit y Ranjit pensaron que nunca lo lograría, pero yo siempre supe que sí lo haría.
Y así fue. El maestro del templo se emocionó tanto al escucharla, que decidió agrandar la puerta, así Kaira podría cantar desde el centro del recinto y más gente podría escucharla.
Gracias a eso, ahora salgo del agua y no me molesta tanto el calor. Y cada vez que Kaira da un concierto, ¡no me lo pierdo por nada del mundo!
Cuento corto escrito por (Seudónimo: Acesita)
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