Cuento Infantil para niños, creado por: Valeria Torres
Hace mucho tiempo había un pueblo llamado “Findergard”, allí todos eran muy felices, sus habitantes eran duendes que trabajaban en lo que ellos deseaban y se transportaban a donde estaban los humanos.
Ellos trabajaban en una feria que decían la fortuna a todos los niños buenos, pero un día una niña llamada Clarisa Endard pidió que su madre regresara. Pero los duendes no podían hacer ese tipo de deseos, sólo podían conceder lo que un niño normalmente desearía como por ejemplo: un oso de peluche, una muñeca, caramelos y un poco de dinero. Pero el deseo que Clarisa pidió era prohibido para un duende. Además, los duendes tenían órdenes de obedecer, quien no obedeciera las reglas sería castigado con un malvado dragón.
Había un duende recién llegado, por lo tanto, éste no sabía de las reglas. Entonces le sacó una tarjeta y decía: Tus deseos son órdenes.
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