Cuento Corto para niños/as, escrito por: Ulica Tizaber
Había una vez un flotador muy grande de color amarillo que estaba deshinchado y guardado en el altillo de un armario. Cada vez que alguien abría ese armario, Dragoncete, que así se llamaba el flotador, tenía la esperanza de que se lo fueran a llevar a otro sitio donde él pudiera
extenderse y disfrutar del agua, que para eso era un flotador.
Pero eso nunca ocurría, y Dragoncete pasaba los días intentando entretenerse con las pelusas que pasaban por el armario, o contando las veces que alguien exclamaba:
– «Este flotador o se usa o se tira a la basura».
Un buen día, Dragoncete se despertó antes por la mañana y muy dispuesto se puso a investigar por las rendijas del altillo. Había un niño mirando hacia arriba que parecía tener ganas de jugar con Dragoncete, pero éste no le hizo mucho caso, y prefirió quedarse de nuevo quieto en el altillo.
Al poco tiempo, el mismo niño que se había quedado con la incógnita, consiguió mirar dentro del armario, y vio a Dragoncete, con ganas de conocer mundo y compatir experiencias. ¡Y así fue!. El niño llevaba siempre de la mano a Dragoncete, y los dos aprendían muchas cosas juntos.
El objetivo de Dragoncete se vio cumplido desde el momento en que lo inflaron y lo pusieron encima del agua de una piscina.
El niño comenzó a utilizar a Dragoncete como colchoneta cómoda para dormir la siesta, y lo que se produjo entre el flotador y el niño fue una conexión muy potente entre dos amigos que siempre luchaban por sentirse felices y hacer sentir bien a los demás, a pesar de que no siempre había agua, que tanto le gustaba a Dragoncete, y el niño la mayoría de las veces dormía la siesta en su cama, por órdenes de sus padres.
Ambos aprendieron que las cosas no siempre salen como uno quiere, y que hay que amoldarse a las circunstancias para vivir la vida de la manera más alegre y comprometida posible.
FIN
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