Cuento infantil para niños/as, escrito por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Guillermo era un niño de casi dos años que apenas sabía pronunciar alguna que otra palabra, pero era muy inteligente, y se hacía entender por gestos, sonidos, sonrisas y miradas. Su madre y su hermana estaban todo el día regañándole, porque aunque era muy bueno, le gustaba mucho quejarse, y eso aburría a su familia.
Algunas noches, cuando no quería cenar las judías verdes con jamón que con tanto cariño sus padres le preparaban, se iba a dormir sin haber probado nada. Se bajaba de la silla, cogía su chupete, y se iba a la habitación tan contento, y hasta el día siguiente a la hora del desayuno, que por supuesto, desayunaba de todo, tostada, zumo, leche, galletas y pasas, que daban mucha energía.
Una noche que había de cena verduras rehogadas, Guillermo empezó de nuevo con los quejidos y los llantos absurdos, así que su madre se puso seria y le dijo:
– «Cómo tu quieras, si quieres premio tendrás que cenar antes lo que se te ponga en el plato».
Guillermo con una sonrisa y un gesto, dio a entender que quería saber cuál era el premio, y cuando su hermana le dijo:
– «Natillas que tanto te gustan, hermanito».
Guillermo con una amplia sonrisa miró a su hermana y a su madre, y comenzó a cenar sin rechistar. Cuando terminó hasta el último trozo de calabacín del plato, abrió sus natillas y en un pis pas se las comió. Esa noche nadie se enfadó y él durmió mejor que nunca.
A partir de ese día, daba igual lo que hubiera de cenar, Guillermo se sentaba, cenaba y esperaba su premio con mucha ilusión. El pequeño aprendió a quejarse y protestar, únicamente cuando algo le dolía.
La cena se convirtió en el rato en que todos hablaban de lo que habían hecho durante el día, Guillermo escuchaba con mucha atención, y poco a poco, comenzó a decir más palabras, y … ¿a que seguro que adivináis cual dijo la primera?
– «Natillas», ¡eso es!.
Desde entonces, entre Guillermo y su hermana no paraban de hablar, y de contarse todo lo que habían aprendido en sus colegios, y los padres de los niños se pusieron muy contentos porque la comunicación que existía en su familia era muy fluida y positiva.
FIN
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