Cuento Infantil para niños, creado por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Teresa llevaba un buen rato intentado despertar a su hermana, pero no había manera:
– «Margarita, despierta, parece que estés sorda, llegamos tarde a clase».
Margarita no estaba dormida, sólo que no quería escuchar lo que su hermana le decía. Era jueves y estaba tan cansada de toda la semana, que quería quedarse en la cama todo el día, y de repente, en mitad de este pensamiento, irrumpió en la habitación su madre, ya con un tono de riña, y comenzó a apremiarla:
– «Ya está bien de tanto remolonear, levántate, dúchate o haz lo que tengas que hacer para empezar el día con buen pie, ¿de acuerdo señorita?».
Era como si no oyera, Margarita apenas se movió de su sitio, con el torbellino de su madre dando vueltas por la habitación y riñéndole por no estar vestida ya, y la niña como un peluche sentada en la cama sin ponerse ni un calcetín.
Al final, después de mucho esfuerzo para poder vestirse, Margarita bajó a la cocina, y otra vez su madre con la charla del desayuno:
– «Hay que desayunar bien para que se empiece el día de buen humor, venga, las tostadas, ponles mantequilla Margarita, ¡despierta, que pareces un fantasma!».
A duras penas pudo Margarita llegar a su clase, se sentó en su pupitre y parecía que atendía, hasta que la profesora le preguntó lo recién explicado:
– «Margarita, explícanos las fases de la fotosíntesis, que te veo muy atenta hoy».
La niña no sabía ni que le estaban hablando a ella, ese día había cerrado los oídos y nada la hacía cambiar de parecer, hasta que de repente, su compañera de al lado, le dijo:
– «Espabila amiga, que llevas un día hoy que no te enteras de nada. ¿Quieres abrir las orejas y empezar a oír un poco?».
Eso fue lo que entendió Margarita leyendo los labios de su amiga, y fue lo único del día que le hizo reaccionar. De pronto, comenzó a oír todo lo que a su alrededor decían:
– «¡Parece que tenga un problema de atención!», – dijo la profesora a la directora del colegio, ya que al ver que había pasado toda la mañana y la niña no respondía, empezaron a asustarse, e incluso llamaron a un otorrino.
Margarita comenzó a reaccionar ante la que veía avecinarse, no se daban cuenta de que ella había decidido no escuchar a nadie ese día, ¿porqué no le dejaban hacer lo que quería?. El otorrino la examinó:
– «Esta niña oye perfectamente», – dijo el médico.
La psicóloga del centro también la evaluó, y el informe que le pasó a la directora era que por decisión propia, la niña no quería escuchar a nadie ese día.
Viendo esto, la dejaron que siguiera con su arriesgada decisión, pero antes de terminar la tarde, Margarita se puso de pie en clase y dijo:
– «Sé que hoy he estado ausente en todo momento, y lo siento, pero desde que empezó el día, vengo oyendo lo mismo de todos los días. Date prisa, desayuna, atiende, explica, habla, recoge tus cosas, juega con tus amigos. Y sinceramente para oír lo de siempre, prefiero no hacerlo. He tomado la determinación de únicamente escuchar, con atención, y aquello que es realmente importante para el día a día».
Todos se quedaron perplejos ante las palabras de Margarita, y pensaron que tenía toda la razón del mundo. Lo más importante era escuchar activamente, ser consciente de lo que dicen los demás, y valorar lo que se escucha, y entendieron rápidamente, la diferencia entre oír ruido y escuchar palabras con sentido y claras.
FIN
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Me gustó
que diver el cuentito, ideal para los chiquitos