Cuento Infantil para niños; creado por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Por fin era viernes, y Margarita estaba más cerca del fin de semana y podría descansar después de toda la semana de ajetreo que había tenido. Además hoy tenía clase de piano, le encantaba y le hacía ser más sensible a las emociones propias y de los demás.
Al salir del colegio, se dirigía junto a su hermana a la escuela de música y danza que tenían cerca de casa. Teresa iba a ballet clásico, y Margarita a piano. Empezaban y terminaban a la misma hora, así que también volvían juntas.
La clase de Margarita empezó como de costumbre, el maestro al piano tocando una pieza de un músico clásico, esta vez era La Flauta Mágica, de Mozart. La niña estaba encantada con la melodía que sonaba en sus oídos, pero ella lo que quería era sentarse al piano y tocar las teclas, para reproducir esa gran obra de arte, y para crear su propia obra.
Llegó el momento de práctica y Margarita en su piano comenzó a resbalar los dedos por las teclas blancas y negras de su instrumento musical. No podía separar las manos del piano, parecía que un imán la conectara a las teclas, al mismo tiempo que creaba su propia pieza musical.
Cuando terminó la clase, Margarita fue a buscar a su hermana, y juntas fueron para casa. Una vez allí, sus padres las esperaban para merendar tortitas con nata y fresa en el salón, era el premio de toda la semana, y estaban dispuestos a iniciar su merienda, cuando de repente:
– «Mamá, no me puedo separar de los cubiertos, no puedo dejar de tocarlos«, – gritó Margarita desde el salón.
Todos acudieron corriendo para ver qué pasaba, lo que vieron les dejó boquiabiertos. Margarita estaba sentada a la mesa con los cubiertos de toda la merienda ordenados uno detrás de otro, a modo de teclado de un piano, y no paraba de deslizar sus dedos por ellos, como si estuviera tocando el piano de verdad.
Se asustaron mucho, todos pensaron que de tanta clase de música, a Margarita le habría dado un tic nervioso con todo lo que pareciesen teclas de piano. Así que la llevaron al médico, y allí algo similar ocurrió. Los palitos que los médicos tienen para mirar la garganta, estaban colocados sobre la camilla perfectamente alineados, y las manos de Margarita hacían como si tocaran el piano.
Nadie sabía decir lo que le pasaba a la niña, y finalmente se fueron a casa con Margarita más tranquila y llevando en la mano un palito de garganta. Vieron que tener algo en la mano, le tranquilizaba, así que esa noche durmió con una flauta en la mano.
Al día siguiente, Margarita dijo haber tenido el mejor sueño de su vida. Soñó que era una música profesional, que tocaba el piano de maravilla y daba conciertos por todo el mundo, y que el mejor crítico de música clásica del momento, había dicho de Margarita, ser la niña promesa de la nueva era de la música clásica, del mismo estilo de Mozart con la ópera «La Flauta Mágica».
FIN
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