Cuento Corto para niños/as; escrito por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Margarita había descansado mucho la noche del viernes con el sueño que tuvo, y esto le hizo levantarse el sábado de muy buen humor, y con la cabeza muy despejada para hacer muchas cosas interesantes.
Sus padres habían organizado un fin de semana especial, eran dos días para dedicarse a los sentidos.
– «Un fin de semana sensorial», – le dijo su padre.
El sábado por la mañana después de levantarse y mirarse al espejo todos juntos, sacaron la mejor sonrisa de cada uno, y al verse reflejados los cuatro a la vez sonriendo, les entró la risa, y no podían parar de carcajearse. Era el mejor comienzo del día y del fin de semana sensorial, ya que la vista la tenían preparada para estar contentos todo el día.
Después de tantas risas, salieron de casa un poco tarde, y tuvieron que cambiar la planificación del día. Irían primero a comer a un restaurante, en el que la especialidad era un plato muy especial para las niñas, ratatouille, el cual les recordaba a su más tierna infancia.
Lógicamente fue el plato que eligieron las niñas para comer, nada más ponerlo en la mesa, ambas cerraron los ojos y comenzaron a desfilar por su mente un festival de olores y bonitos recuerdos, que las tuvieron inmersas en el plato hasta que sus pequeñas narices estuvieron saturadas de tan grato olor.
El ratatouille estaba listo de temperatura para probar. El sentido del gusto se les despertó en el primer bocado, sus padres les pidieron que describieran lo que iban comiendo, y las niñas apenas podían pronunciar palabras, se dedicaron a disfrutar de todos los sabores por separado de los ingredientes del plato, y el sabor conjunto de la receta. ¡Les supo a gloria!.
Al terminar de comer fueron a un cuentacuentos en el centro de la ciudad. A Teresa y Margarita les encantaba escuchar cuentos, canciones y música. Y durante el espectáculo disfrutaron como auténticas niñas.
Estaban escuchando con mucha atención, y no se les escapaba ningún detalle, estaban pendientes tanto de la comunicación verbal como de la no verbal, ya que sabían que para completar ciertos mensajes había que escuchar no sólo las palabras, sino también los gestos.
Cuando terminó el día, todos se fundieron en una abrazo común, necesitaban estar en contacto el uno con el otro. Había sido un día espectacular, y las niñas estaban muy agradecidas a sus padres por todo lo que habían organizado. Ya en casa, se quedaron dormidos los cuatro en el sofá del salón, abrazados y dándose la mano.
Al día siguiente, seguía siendo un día del fin de semana de los sentidos, y lo dedicaron a aprender algo más sobre el sentido común. Durante todo el día, charlaron, opinaron y pusieron en común preocupaciones e ideas que cada uno tenía en su cabeza, y al finalizar el día, llegaron a la conclusión de que sin los cinco sentidos no se habría avanzado tanto en este mundo, y que gracias a tener sentido común, el fin de semana sensorial se hizo realidad.
FIN
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