Cuento Infantil para niños, creado por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Era un sábado por la mañana, y Aurora y su hermano Eduardo estaban un poco aburridos. Desde hacía varios días, sus padres les habían prometido ir a coger setas al campo, querían organizar una excursión con ese motivo, coger setas y aprender a diferenciarlas, pero tenían tanto trabajo que empezaron el fin de semana muy cansados y sin muchas ganas de moverse de casa.
Así que los niños se vistieron muy campestres, se pusieron las botas de montaña, desayunaron muy sano y fuerte para tener energías para toda la mañana, y fueron a despertar a sus padres que apenas podían levantarse de la cama.
Cuando lo consiguieron, en cuestión de veinte minutos estaban saliendo por la puerta del garaje con sus cestas y su mochila de picnic preparadas. Iban todos muy contentos, porque al final todos estaban haciendo lo que querían, y en la mejor compañía, aunque hubiera costado arrancar al principio.
Estaban ya en el bosque andando en grupo para no perderse, y de repente vieron pasar algo con dos piernas muy pequeñas y un gorro rojo. Todos se miraron entre sí.
– «Seguro que como vamos buscando setas, hemos pensado lo mismo, y parece que hemos visto un enanito«, – dijo la madre.
Eduardo añadió: – «Claro, es que se están escondiendo en sus casas para que no se las quitemos, porque los enanos viven en las setas».
Todos rieron con el comentario del hermano pequeño, y siguieron andando y mirando alrededor, a ver quien era el primero en encontrar una seta, ¡y de nuevo otra vez!, el enanito correteando por allí.
En ese momento, todos pensaron que no podía ser una casualidad, lo que habían visto era de verdad. Así que decidieron mirar dentro de la roca donde se había escondido el último gnomo, y allí estaban los dos pequeños que habían pasado corriendo, con cara de temor y desconfianza.
Aurora empezó a hablarles: – «No temáis enanitos, no os vamos a hacer daño. Solo estamos algo sorprendidos porque no es normal ver enanos en el bosque todos los días».
Los enanitos respondieron a los niños: – «Para nosotros en esta época del año que todos los humanos venís a coger setas, necesitamos confiar en nuestro bosque, por eso salimos de las setas para escondernos en los árboles y las rocas. Las casas las abandonamos para que vosotros las cojáis. ¿Entendéis ahora porqué nos asustamos tanto?».
La familia, muy emocionada, miraba a los enanitos temerosos con mucho cariño, y les propusieron una idea, que tuvo mucho éxito.
El padre de Aurora y Eduardo informó en el registro de bosques para coger setas, que las de ese bosque se habían terminado. De esa forma, los enanos que allí vivían pudieron estar tranquilos porque nadie les iba a molestar, al menos durante un año.
Los niños y sus padres se fueron muy contentos a casa, y aunque no habían cogido ninguna seta, se sintieron orgullosos de haber salvado la vida a los enanitos del bosque, y éstos, estuvieron muy agradecidos a los humanos que salvaron sus hogares, y les prometieron que cada vez que volvieran al bosque a pasear, podrían visitarles y jugar con ellos al escondite.
FIN
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