Un tema que preocupa a muchas mamás y papás, es la gestión de las emociones de sus hijos, por eso hoy escribimos este artículo, para ayudarte a canalizar estas emociones que experimentan tus hijos día a día.
Te vamos a mostrar en este artículo diferentes técnicas que puedes poner en práctica con ellos, les ayudarás a controlar sus emociones; rabia, miedo, tristeza…, y así, mejorará su inteligencia emocional.
Existen muchos casos de emociones descontroladas en los niños, en primer lugar porque son niños y forma parte del proceso natural educativo, y en segundo lugar porque lo que sienten no lo perciben como emoción, sino como una liberación de energía momentánea y espontánea.
Ejemplos de emociones descontroladas en los niños
Algunos ejemplos de emociones descontroladas son los siguientes:
- Lloran sin saber qué les pasa.
- Pegan porque les quitan algo suyo.
- Protestan para llamar la atención de los padres.
- Les entra la risa nerviosa que termina en llanto.
- Se quedan paralizados porque temen la reacción del adulto.
Si se analiza cada caso en particular, el transfondo común de todos los ejemplos es el mismo, el desconocimiento del autocontrol de las emociones, lo cual se aprende con el tiempo y la dedicación suficiente por parte de los padres.
¿Cómo se consigue controlar las emociones en los niños?
Esto quiere decir que en el momento en que esa energía se canalizara, el sentimiento del niño cambiaría radicalmente, ya que se sentiría seguro y con la autoestima muy alta, y al controlar las emociones, también se controla la inteligencia, volviéndola emocional y empática.
El proceso de trasnformación de las emociones descontroladas en controladas es un trabajo arduo, que debe ser constante en la educación diaria de los niños, tanto en la escuela como en el hogar.
La mejor manera de controlar las emociones es hacerlas conscientes desde el principio, y analizar conjuntamente con el niño el posible motivo de su enojo, tristeza, alegría o miedo.
Una vez se haya enfocado el camino de cambio, si los niños se muestran colaboradores y escuchan atentamente, se hará más fácil y más duradero en el tiempo, porque será algo que realmente los niños hayan interiorizado y aprendido para siempre.
El enfoque se consigue con preguntas sencillas y en positivo, del tipo:
«¿De verdad que estás tan enfadado porque te quiten un juguete?».
A raíz de esa pregunta, el niño comenzará a prestar atención a lo que el adulto le diga, y por muy pequeño que sea, entenderá que algo de lo que ha hecho está mal, escuchará y actuará para solucionarlo.
La actuación que llevarán a cabo debe ser de la mano de un adulto y siempre en positivo.
Se conseguirá mucho más, diciéndole:
«Compartir los juguetes es más divertido. Hay que dar besos y abrazos, y así todos contentos».
No existe la necesidad de recrearse en la acción negativa con comentarios del tipo:
«No se pega. Pegar está muy mal. Como vuelvas a pegar, ya verás».
En casos en los que los niños estén muy obcecados y no atiendan a razones, lo mejor es negarles lo que están haciendo, con un simple: «¡no!», dejar que se tranquilicen, y cuando se muestren receptivos y vuelvan a hacerlo, entonces actuar, para que aprendan la relación de causalidad con la acción a transformar.
En cualquier caso, no bastará con una única intervención para llegar a consolidar el concepto positivo, sino que tantas veces como se vea en la situación inadecuada, se deberá intervenir. Por esto, la constancia de profesores, pero sobretodo, de madres y padres en este aspecto es un factor determinante para que el proceso obtenga el resultado esperado.
Inteligencia emocional en los niños
Una vez que la emoción se canaliza, la inteligencia se asegura casi automáticamente, ya que esa emoción controlada, llevará al niño a sentir y experimentar otro tipo de sensaciones que le gustarán más, y las repetirá más y con un mayor nivel de conciencia de autocontrol de sus acciones. Y poco a poco, el nivel de empatía, y en consecuencia de inteligencia emocional irá ascendiendo.
Hasta que el resultado final sea un adulto empático, inteligente y que sepa manejar sus propias emociones, y ayudará a canalizar las emociones descontroladas de sus descendientes.
Esperamos que este artículo sobre las emociones y la inteligencia emocional en los niños y niñas te haya resultado de interés. Ahora, cuéntanos cómo gestionas las emociones en tus hijos, vamos a compartir todos nuestras experiencias para enriquecernos y aplicarlas con los más pequeños de la casa.
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Gracias Marisa, nos alegra que te haya gustado.
¡Muy interesante!