Hace bastantes años, acceder a la información que se necesitaba era complicado, bien porque no existían los medios necesarios para ello, o bien por las censuras que desde siempre han reinado en la cultura y la educación en cualquier ámbito.
Y además de este aspecto fundamental, la función de los maestros era la de educar en valores, y la de que los alumnos aprendieran contenidos casi de memoria, para llegar a ser una persona de provecho.
Actualmente la tendencia es crear necesidades en las personas, que las hagan ser más resolutivas y más involucradas con el crecimiento personal, educativo y laboral, y donde lo que prime es el afrontamiento exitoso frente a cualquier obstáculo en el autoaprendizaje.
Se puede decir que ahora mismo la educación formal es una mezcla de la educación en valores del pasado, con la adaptación a las herramientas cibernéticas, y la consulta de contenidos cuando estos son necesarios.
De esta manera, la labor de los docentes ha cambiado de enseñar, con el lema: explicar y examinar, formación centrada en el maestro, a aprender de manera autónoma, y donde se promueve el desarrollo personal y cognitivo, aplicando herramientas TIC (tecnología de la información y la comunicación), y construyendo cada uno su propio conocimiento, formación centrada en el alumno.
La sociedad, de manera casi inconsciente, ha creado en el mundo de la enseñanza, la figura del mediador en el aprendizaje de los estudiantes, el cual domina los contenidos y establece metas para que el alumno construya sus propias habilidades y autonomía.
Al mismo tiempo, el mediador evalúa los progresos, regula la interacción entre materiales utilizados y trabajo de colaboración, y fomenta la curiosidad intelectual y el desarrollo de la imaginación. Esto contribuye a un verdadero desarrollo de la educación en valores.
Actualmente, un mediador o colaborador docente, gestiona la mejor enseñanza a sus alumnos, simplemente colaborando y ayudando a establecer la forma más personalizada para cada uno de ellos, y evaluando en todo momento las opciones de cambio y mejora en los aspectos que perdurarán a lo largo de la vida de cada alumno.
¿Cómo un mediador puede desarrollar la educación en valores?
En este punto partimos de la base de que la educación en valores y el desarrollo emocional han de tener unos cimientos instaurados por los padres principalmente. Aunque en muchas ocasiones, la escuela y de manera tangible, los propios educadores y mediadores, fomentan esa cultura involuntariamente, ya que no se puede dejar de ser como se es, y si ellos lo aplican en sus hogares y con sus familias, ¿por qué emplear otros métodos para enseñar lo mismo que en el colegio?
Si bien, como profesionales de la educación son capaces de emplear estrategias didácticas para conseguir tan etéreo objetivo. A través de mesas redondas, debates o escenificaciones de casos prácticos, se puede activar en los niños la realidad de los valores, como parte fundamental del mundo que se vive. Y quizás para los más pequeños, se puede acudir a los cuentos, teatros e incluso imágenes, que despierten en los niños la necesidad de ser como su personaje favorito.
Todo esto puede ayudar a los mediadores educacionales a educar a los niños, formándoles una base sólida de conceptos prácticos sobre valores, que fuera de la escuela, podrán seguir aplicando y aprendiendo hasta perfeccionarlos al máximo, esto sí, con el apoyo continuo y concienzudo de los padres.
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