VALLITA LA BALLENITA – 3ª Parte

Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Edgar Mancilla Sandoval

Al llegar la fecha señalada, Loreto el tiburón y Olivia el delfín comenzaron con mucho entusiasmo y esperanza su nuevo viaje. Comenzaron a nadar tranquilamente mientras charlaban sobre sus buenos recuerdos y los planes para el futuro.

Nadaban tranquilamente, cuando se encontraron nuevamente a aquel barco ballenero y este se dirigía directamente hacia ellos. Esta vez, debido al embarazo de Olivia, no podrían perderlo fácilmente ya que ella era más lenta que antes, Loreto, al ver la lentitud de su esposa, nadó con todas sus fuerzas para embestir al barco, causando que eéste se sacudirá con mucha fuerza dándole tiempo Olivia a escapar, pero uno de los arpones se clavó en la aleta de Loreto.

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Olivia, que ya se había alejado del barco, al escuchar el grito de dolor de Loreto, embistió con fuera el barco, asustando a los tripulantes del barco, los cuales decidieron retirase de allí.
Una vez pasó el peligro, Olivia se acercó a Loreto preocupada por él.

– «Mi amor ¿Te encuentras bien?» – Pregunto Olivia con preocupación.
– «No te preocupes, es solo una pequeña heridita». – La tranquilizó Loreto.
– «No te deberías arriesgar tanto por mí».

Continuaron nadando con un enorme esfuerzo pero con gran convicción, ya que no permitirían que nada ni nadie se interpusieran en el nacimiento de su querido hijo.

Al llegar a la costa de San Francisco, se encontraron con un enorme derrame de petróleo que provenía de un carguero. Al ver la enorme mancha negra y confundido por el dolor, Loreto absorbe el petróleo pensando que es plancton, quedando completamente intoxicado. Debido a esto, Loreto termina estrellándose con un barco, lo cual lo deja aún más lastimado. Al perder de vista a su esposo Olivia lo llama con su sonar, pero no recibe respuesta, así que decide regresar a buscarlo.

Ella encuentra a Loreto herido y enfermo, flotando a la deriva. Rápidamente nada hacia él para tratar de ayudarlo.

– «Loreto ¿Qué fue lo que paso?»
– «Perdóname. Creo que no podré continuar el viaje».
– «No digas eso ¿Cómo podré seguir yo sola?»
– «Se que puedes hacerlo, yo no puedo continuar y no quiero afectar el nacimiento de nuestro bebé».
– «Pero, no sé cómo seguir. ¡No puedes rendirte!»
– «Guiate con los delfines, ellos son amigos nuestros y conocen muy bien estas aguas».

Después de esta amarga y dolorosa despedida. Olivia continuó el viaje por su cuenta, después de algunos días de nado ella no lograba saber cuál era el camino correcto. Se acercó a unos delfines para pedir indicaciones como se lo había indicado Lotero.

– «Buenos Días. Disculpen ¿Saben cómo puedo llegar al Mar de Cortez?»
– «Claro» – Contestó uno de ellos. – «Solo tienes que seguir esa corriente que va hacia el sur».
– «Muchas gracias».
– «Y ¿Cuál es tu nombre?» – Preguntó uno de los delfines.
– «Mi nombre es Olivia».
– «Mucho gusto, yo soy Diego y él es Ángel».
– «Bueno, tengo que seguir. Fue un gusto conocerlos».
– «El gusto es nuestro. Y tenga cuidado que escuchamos que va a hacer mucho frío (por el cambio climático)».

Siguiendo las indicaciones de los amables delfines, Olivia continúo su camino hacia aguas mexicanas. Después de algunos días más de nado se encontró con una pandilla de tiburones.

– «¡Mira Marlo! Por allá va una ballena».
– «Valla, valla, valla, tienes razón. Además está embarazada. Jeje, eso será muy fácil. ¡Andando chicos!»
– «¡Claro jefe! Es hora de atacar».

Olivia pasó junto a ellos y al escuchar lo que decían trató de nadar más rápido, pero era demasiado lenta como para perderlos. Recordando el consejo de Loreto, ella nadó lo más profundo que pudo. El agua se iba haciendo cada vez más fría y los tiburones comenzaron a quejarse:

– «J…Jefe, me estoy congelando, ya no puedo bajar más».
– «¡Calla! Debemos atrapar a esa ballena».
– «Pe…Pero, jefe…»
– «¡Ya! Está bien, regresemos, que yo también tengo mucho frío».

Al ver que los tiburones se retiraban, Olivia disminuyó la velocidad para evitar agotarse. Finalmente salió a la superficie y se acercó a la costa. Al dar unos cuantos saltos logró escuchar ‘’El son de la negra’’.

– «¡Sí! Por fin estoy en México, finalmente estoy en casa».

Felizmente nadó hacia el santuario de ballenas y se encontró con unas lanchas de turistas que visitaban el santuario. Ella se acercó tímida y se encontró con un grupo de focas que se encontraban molestas, ya que a ellas les encanta ser el centro de atracción para que los visitantes les arrojen pescado. Pero durante la época de ballenas ellas son opacadas no les pone atención.

La líder de las focas, Lucas, era una foca bastante revoltosa y habladora a la que le gustaba molestar a las ballenas. Así que se acerco a Olivia:

– «¡Órale, fuera de aquí grandota! Aquí no es su territorio. Nomas vienen a estar molestando».

Olivia se retiró del lugar enfadada por la actitud de aquella foca pedante.

– «Eso es Lucas, ¡Eres grande!»

– «¡Estuviste excelente!»
– «Ya, calma, calma. Ahora. Debemos hacer un plan para que esas ballenas dejen de molestarnos».
– «Pero ¿Qué haremos?». – Preguntó una de las focas.
«Claro, siempre tengo que ser yo el que piense en los planes. Ustedes están como las ballenas, no piensan en nada». – Reclamó Lucas.

Dicho esto continúo su camino sin darse la vuelta y terminó chocando con una ballena macho que pasaba por ahí.

– «¿Qué tanto estabas diciendo pequeña foca habladora?»
– «No…yo no estaba diciendo nada, solo les decía a mis amigos que deberían ser tan inteligentes como las ballenas».

Lucas se aleja nadando velozmente y se dirigía de regreso con sus compañeras.

– «¿Por qué no me avisan de las cosas cuando estoy pensando en los planes?»
– «Bueno este es el plan, vamos a hacer algo diferente, una pirámide en la bolla. Yo voy a estar hasta arriba, tu Santos de lado izquierdo y tu Cabo de el lado derecho ¿me entendieron?».
– «¡Claro, claro, vamos!»

Las focas llegaron rápidamente a la bolla y comenzaron a hacer la pirámide, pero empezaron a pisotearse la cabeza, se cayeron y terminaron siendo un desastre y todos se burlan de ellas.

Continuará…….

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