Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Hugo Elangel
La neblina se iba disipando, impregnada del aire mañanero. Al costado de un remanso, entre cañaverales, palmitales y un sin fin de arbustos, se encontraba un árbol muy alto. Entre sus leños antiguos, una pareja de tucanes hicieron nido y sus polluelos alborotaban el silencio del lugar. Desde lo alto del árbol, se podía ver la espesura de la selva y los matices de verde que jugaban con los grillos del sol.
Los días pasaban y esos polluelos, poco a poco, aprendían a volar junto a sus padres, que le acompañaban aconsejándoles de cómo hacerlo, además de cómo usar ese enorme pico multicolor.
Cierto día, los tucancitos volaron al otro lado del río, para explorar, en busca de frutos y semillas. Unos comían mamones, otros frutos del yacaratiá, pero uno de ellos, sorprendido por los colores de un fruto, se internó en la espesura de un moral.
Allí comió y comió moras hasta no dar mas. Por glotón en un tropiezo, cae del árbol manchando sus plumas y su enorme pico de un color morado intenso. Tomó carrera, levantó vuelo, fue a donde estaban sus hermanos que se rieron de él y se burlaban por tal desgracia.
Al llegar la tardecita, apenas el sol empezaba a ocultarse, los tucancitos emprendieron el viaje de regreso, pero el tucán morado tenía miedo por lo que la mamá le iba a decir y como lo irían a retar.
Muy angustiado se quedó a la orilla del río, en la copa de un árbol con los ojos llorosos y mucho miedo. Los demás llegaron al nido, al verlos la mamá tucán se puso muy contenta, pero al contarlos vio que faltaba uno. Les preguntó a los demás tucancitos, y ellos le contaron la desgracia y la burla hacia su hermano. La mama y el papa tucán salieron volando muy apresurados hasta donde se encontraba aquel polluelo. El sol ya había ocultado los últimos rayos del día, marcando las horas de descanso. Con su pico enorme, la mama lo llamaba por todos lados, hasta que lo encontró, muy asustado y angustiado. Mama tucán lo abrazó con sus alas y con su enorme pico lo acariciaba sin parar.
Los ojos del tucancito se llenaron de felicidad y apurando el batido de sus alas regresaron al nido, donde la mamá limpió con mucho esmero su plumaje y su pico, devolviéndole todo su color.
Los demás tucancitos se unieron en tal tarea y prometieron nunca mas burlarse de la desgracia ajena. Las estrellas brillaron esa noche mientras los tucancitos reían y jugaban antes de dormir, descubriendo los valores de una verdadera familia.
FIN
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este cuento está bien aburrido