EL HUEVITO DE CODORNIZ Y LA PICAFLOR

Cuento Infantil para niños, escrito por: Carlos Alberto Navarro Vásquez

De dos hermosas canastas cubiertas con telas que desbordan en pequeñas uniones tejidas por una anciana, con manos calientes y temblorosas, que anda a paso muy lento en dirección al corral, donde han de posar y crecer como perlas calientes unos huevecillos de pintas marrones y plomas listos para convertirse en unas hermosas codornices.

En un lado del corral una hermosa picaflor teje un pequeño nido con ramitas y finas telas de araña.

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Ya muy temprano como es de costumbre la anciana cumple la fiel rutina de coger los huevecillos y colocarlos uno a uno dentro de las canastas, cuando por esas cosas de su avanzada edad pierde el equilibrio y pone sus dedos en el nido, donde ya se encontraba el único huevecillo del picaflor que rodó y terminó entre los dedos de aquella ancianita que a duras penas se mantenía de pie.

Como una buena madre cuida a sus hijos, en una pequeña jaula pone a un lado en un telar, tejido por ella, aquel huevecillo pequeño que al verlo tan solo y frío coloca uno de tantos huevecillos pintados de aquella canasta, que sin pensar más adelante nacerá uno de los más bellos sentimientos que se ha de compartir.

En una mañana muy cálida, ya posaba la ancianita, cual bella dama, en espera de aquel príncipe que ha de despertar de su eterno reposar, pero que nunca ha de llegar.

Muy temprano al salir el sol, como el barro al calor, se resquebrajó lentamente el huevecillo y se hizo un pequeño agujero por el que se asoma un pequeño pico grueso y chato, en el que aparece una cabecita, de pintas marrones y grises, de cuya ave llamaremos NARDO.
NARDO era 4 veces más grande que aquel huevecillo que estaba a su lado. NARDO era gordo y grotesco, con patas grandes y flacas; el cual miraba y miraba de lado a lado, y recorría la pequeña jaula moviendo sus pequeñas alitas desnudas por falta de plumas.

Ya pasados unos días, NARDO observa muy temprano que de aquel huevecillo pequeño y brillante, y de un muy pequeño huequito sentía una mirada asustada de quien adelante llamaremos AMI.
Tsiii… tsi tsi tsi tsi… tsik… tsik.

– «Salió un sonido del huevecillo».

Tsi tsi tsi tsi, dijo AMI mirando por el diminuto hueco.

– «Quién anda», – dijo en su pequeña cabecita.

Sin entender NARDO, el ave grotesca y gorda reacciona, y pica y pica el huevecillo como dando ayuda a aquellos ojitos que sin saber daban vida a esa relación e instinto de la que le sería retribuida.

– «Uip uip uip uip uip uip», – asombrado dijo NARDO al ver nacer del fondo del cascaron a una muy pequeña ave. Sacude sus alitas y tiembla de frío; se estira y acurruca buscando en NARDO comida y calor.

Y pasaron 28 dias…

Ami de pico alargado, de fina silueta y de pequeñas alitas reflejaba tonos azules, violetas, fucsias, celestes y rosados, que brillaban con mayor intensidad al alcanzar rayos de luz; los cuales reflejaban la jaulita que había servido de hogar y cobijado durante estos largos días.

Y NARDO, a sus 6 semanas de nacido, regordete. de cabeza pequeña y con largas patitas, miraba cómo se posaba entre reja y reja a la que hasta hoy había sido su compañera.
– «Uip uip uip, uip uip uip», – dijo NARDO asustando a AMI, quien salió despavorida dando un salto entre reja y reja. Estirando y empezando a dar sus primeros aleteos en libertad fuera de la jaula, comprendió que la vida y el cielo eran lo que ella quería.

Iba y venía tomando el néctar de las flores que hasta ese día no había disfrutado. Cada una de ellas más bella que la otra iluminaba con sus bellos colores y recreaba el campo. Olvidaba por completo a aquel querido amigo NARDO, quien se quedó mirando cómo se alejaba AMI.

Mientras NARDO con sus ojitos tristes mira el horizonte detrás de las rejas que separan su amistad y la libertad buscaba con la mirada a la que es hasta ese momento, su compañera AMI.

Cansado, con hambre y siendo muy tarde ya, NARDO se arrecuesta cerrando sus ojitos lentamente y se queda dormido esperando esa visita que nunca llegó.
Mientras sueña que corre libre dando saltos y compartiendo con AMI el néctar de bellas flores que con su aroma perfuman los campos. Siendo muy temprano con el sonido que emite el campo, del riachuelo de las hojas al bailar con el viento, del cantar de las aves NARDO logra despertar mirando con alegría que a su lado ya hacia acurrucada y mirándola dormir se posa sobre AMI.

Sin poder contener su alegría, dijo NARDO: – «Uip uip uip uip uip uip». Saltando y asustando nuevamente a AMI, sin entender AMI que para NARDO uip uip uip uip es felicidad.

Volando fuera de la jaula y dejando nuevamente solo a NARDO aquel gran amigo, tsiii tsi tsi tsi tsi… tsik.. tsi. De flor en flor, de hoja en hoja, de néctar en néctar revolotea AMI en el campo.

Gran sorpresa: – «Tsii tsi tsi tsi tsi…tsik, tsiii tsi tsi tsi tsi…tsik», – dijo un hermoso caballero de grandes colores danzando alrededor de aquella bella dama, subía y bajaba desplegando sus alas. – «Tsiii tsi tsi tsi tsi…tsik… tsik», – decía el caballero.

– «¿Quién eres?», – preguntó AMI.

– «Soy REY y me gustaría ser tu amigo. RespondIó AMI: “No te conozco, y ya tengo un gran amigo que se llama NARDO y me está esperando, tsi tsi… tsik.. tsik y se alejó perdiéndose por entre las flores.

Tsi tsi… tsik tsik, dijo AMI volando y acercándose a la jaula, con lombrices en el pico, donde esperaba NARDO mirando una vez más al horizonte.

– «Uip uip uip uip uip uip», – dijo NARDO revoloteando de alegría, entendiendo AMI la felicidad de su amigo, dándole de comer como una madre a su hijo una y otra vez , subía y bajaba.

Y así pasaban los días y los meses, hasta que por esas cosas de la naturaleza muy temprano ya un clima cálido abriga a una bella madre con dos bellos huevecillos del color de las perlas de mar.

Como repitiendo un ritual después de varios días se resquebrajan los huevecillos, asomándose dos cabecitas del mismo color de la madre y con una que otras chispitas marrones del color del padre; dos hermosas aves las cuales cantaban al unísono tsii tsi tsi tsi tsi… tsik tsii tsi tsi tsi tsi… tsik.

Qué bellezas son estos dos picaflores con manchitas de codorniz.

– «Uip uip uip uip uip uip», – respondía NARDO de alegría.

Después de cinco largas semanas que las hermosas colibríes MAFE Y LULÚ revoloteaban por los aires de flor en flor, mientras que la madre les enseñaba la vida silvestre y los peligros del campo.

– «Uip uip uip uip uip uip», – con alegría en los ojos y de tristeza por no poder correr junto a sus grandes amores está sentado NARDO esperando algún día no muy lejano poder disfrutar de aquella vida en libertad fuera de la jaula.
De pronto como trueno y acompañado de un fuerte movimiento, terminaba boca arriba.

– «Uip uip uip, uip uip uip uip uip uip, uip uip uip», – respondía NARDO. Había caído de casi un metro al piso, porque se había roto la paja que sostenía a la pequeña jaula de una de las ramas del árbol.

– «Uip uip uip, uip uip uip, soy libre», – gritaba NARDO Uip uip uip, uip uip uip.

Corrió de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Ya muy tarde con la caída del sol, cansado y saciado de la alegría de ser libre duerme junto a lo que fue su hogar en espera de su familia.

– «Tsii tsi tsi tsi tsi tsi tsiii tsi tsi tsi ts tsii tsi tsi tsi tsi… tsik», – replican y asustadas buscando dentro de la jaula los tres picaflores, contestando NARDO: – «Uip uip uip, tsii ti ti ti tsi.. tsik tsiii tsi tsi tsi». – «Aquí está!, – dijo MAFE. Asustadas se posaron las avecitas a su alrededor pensando lo peor y se quedaron dormidas.

– «Uip uip uip uip uip», – replicó muy temprano NARDO con la salida del sol, haciendo nuevamente revolotear de susto a sus tres amores, había comprendido que el AMOR a su familia rompía con cualquier tipo de obstáculo que se presentaba gracias al AMOR que les tenía.

Y así NARDO comprendió que mientras ellas volaban de flor en flor, él podía cuidarlas y verlas crecer libres. Aún siendo distintos, no impedía que las pudiera educar y cuidar, y así ver a sus amores hasta que logren sus propios caminos junto al amor de su vida.

FIN

En la actualidad, NARDO Y AMI tienen 2 hermosas hijitas.

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Resumen

Cuento Infantil de una familia de codornices que eran muy felices estando juntos. De un huevecito nació otra codorniz y sus padres lo cuidaban mucho.

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Un pensamiento en “EL HUEVITO DE CODORNIZ Y LA PICAFLOR

  1. CARLOS ALBERTO NAVARRO VASQUEZ

    ES UNA BELLA HISTORIA QUE POR COSAS DEL DESTINO SE JUNTAN DOS HUEVITOS SIN QUERER DE CODORNIZ Y DE PICAFLOR, DE ESTOS DOS HUEVITOS NACE UNA LINDA HISTORIA Y SE FORMA UNA LINDA FAMILIA, CON DOS BELLAS HIJAS, DONDE SE VE EL CARIÑO, Y EL AMOR A LOS HIJOS Y DE LA PREOCUPACION DE LA MADRE QUE EL PAPA PUEDA COMER DENTRO DE LA JAULITA.

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