Cuento Infantil para niños, escrito por: Paola
Esta es la historia de un perrito llamado Tajín, pero no era un perro como todos los demás. Además de tener un carácter cariñoso, ser un compañero fiel y muy social que podía vigilar y cuidar de su dueña era muy feliz, pues lo aceptaban y querían a pesar de sus particularidades: no tenía pelo ni dientes.
Su dueña trabajaba en una galería de arte, en la cual ella creaba imágenes y retratos muy bonitos. Tajín admiraba el trabajo de su dueña Daya, la acompañaba a la galería. Ella jugaba con él, le daba de comer y lo atendía con mucho cariño, pero cuando debía trabajar y Tajín quería atención algunas veces Daya no podía jugar con él, pues ella debía realizar sus tareas.
Un día, el simpático perrito quería jugar en el patio de la casa. Fue con su dueña muy contento, moviendo su colita y sus orejas, además de llevar en su hocico su pelota favorita, pero Daya estaba muy concentrada y le dijo:
– «Hoy no Tajín, estoy muy atareada, será después”.
Él siguió insistiendo, pero su dueña volvió a decirle que no; así siguió el pequeño hasta que ella optó por sacarlo de la habitación, un poco molesta.
Al igual que Daya, Tajín estaba molesto, que digo molesto, ¡FURIOSO! No entendía porque ella no quería jugar si era tan divertido siempre. Decidió irse a la mesa de la sala, pensando en que el trabajo era tan molesto y aburrido y por su culpa su amiga no quería jugar con él. Al llegar a la mesa se percató que sobre ella estaban unos retratos muy bellos. Su coraje era tan grande que se le ocurrió hacer una gran travesura.
Con sus garritas rasgó los delicados y finos papeles, rompiendo el dibujo que con mucho esfuerzo Daya había hecho, sin pensar que ella podía ponerse triste o molestarse.
Cuando Daya salió y lo vio soltó un grito de sorpresa y tristeza al ver su trabajo arruinado. Tajín de dio cuenta de lo que había hecho y al ver a Daya tan triste llorando se sintió muy mal. Sabía que se había portado muy mal y que Daya no tenía la culpa. Además ella lo quería mucho a pesar de ser diferente, lo atendía y veía por él. Fue hacía su cuarto, se acercó lentamente, y con mucho cariño se recostó a lado de Daya. Comenzó a lamerla en la cara como señal de disculpa y con una carita muy triste le demostró a su amiga que estaba muy arrepentido por lo que había hecho.
Ella lo disculpó y le dijo que no debía ser así, que debía entender cuando el trabajo era mucho, pues gracias a esos esfuerzos podían comprar muchas cosas como comida, juguetes, salir de paseo; además de muchas cosas más que a todos nos gustan.
Daya sabía que el perrito no volvería a hacerlo, así que regresaron al estudio donde ella trabajó hasta volver a hacerlo y Tajín la acompañó en todo momento.
FIN
– Moraleja del cuento: Así como Tajín y Daya deben ser los amigos. A pesar de las diferencias, el tiempo o los errores siempre habrá un buen amigo que te entienda y te disculpe, pues de eso se trata la amistad.
– Valores del cuento: Amistad. Respeto.
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