Cuento Infantil Corto para niños: Geraldine Palma Hernández
Existió una vez en el mundo antiguo, un inmenso cardumen de peces conocidos como los charalitos, que se caracterizaban por su extraordinaria belleza otorgada por el mismo Dios del mar: el poderoso Tritón. Especie acuática que se encargaba de colorear el mar de una gran diversidad de colores, desde el más tenue, hasta el más extrovertido, dando a la única y hermosa pareja que vivía en la Tierra un espectáculo de colores cada amanecer.
Cierto día, los charalitos observaron que la pareja atrapó a uno de sus compañeros (el más pequeño e inocente), puesto que tenían mucha hambre. Esto provocó que Tritón desatara toda su furia con aquella pareja causando un fuerte aire que revoloteó sobre la isla en la que vivían dejándolos sin aquello que con tanto esfuerzo habían construido: su casa, su patio y sus siembras. Y a los peces no les quedó más que resguardarse en el fondo del mar.
Aquel día el sol, la luna y la naturaleza entera lloró la partida de aquel pez tan importante, quedándose aquel gran cardumen sin un sentido por el cual alegrar el día con sus hermosos colores al hombre y la mujer.
Pasado un tiempo, crecía cada vez más el cardumen, una nueva generación de pececitos con ganas de vivir y experimentar el mar, con gran alegría quisieron revolotear de nuevo causando grandes torrentes de agua con muchísimos colores, sorprendiendo a los humanos con el gran espectáculo en el mar… Cuando de pronto, era de esperarse, Tritón salió del fondo del mar a reprender a aquellos jóvenes peces, regañándolos por el deleite que habían dado a los hombres y mujeres, incluso después del gran daño que le hicieron a su familia del mar.
Dentro de la gran cantidad de peces, salió un valiente, el más pequeño, aquel de quien nadie conocía el nombre, quien expresó la gran tristeza que sentía al no poder cumplir la misión que el mismo Dios del mar les había dado al crearlos: causar alegría a los humanos y provocar esperanzas al contemplar sus colores jugueteando en el agua.
Tritón agachó la cabeza y lloró en silencio, pensando en todo lo que había causado por el dolor que sentía al haber perdido a un hijo, sin embargo, al levantar la mirada observó que aún tenía a más de mil para que disfrutaran de la vida, pececillos que estaban dispuestos a dar la vida por él, peces que recorrían el mar tristes y sin la mínima motivación para salir a la superficie; ellos necesitaban que Tritón se perdonara y les diera la oportunidad de hacerlo feliz con sus hermosos colores.
Desde aquel día, Tritón cambió todos los colores de los charales a uno plateado, que representa la unidad en la especie marina, un color que permite a los humanos reflejarse en el mar y ya no deleitarse con sus hermosos colores de los peces, sino por la belleza de su ser, por valorar su físico y saber que sólo necesita de él para ser feliz y no de un charal colorido.
FIN
– Moraleja del cuento: El dolor que sienten las personas, no tiene que ser motivo para desquitarse o para hacer sufrir a más seres humanos y propagar la violencia y el sufrimiento. Es necesario perdonar y seguir adelante, ayudar a los demás para que nuestro mundo sea mejor.
– Valores del cuento: Amor, respeto, empatía, colaboración, solidaridad.
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