Cuando un niño comienza a discernir objetos, colores, formas y conceptos, está abriendo su mente a nuevos aprendizajes para la vida adulta, y no sólo eso, sino que es un método propio de aviso a los padres y educadores, de que está preparado para empezar a realizar tareas que desde siempre se ha pensado que están orientadas a edades más tardías, como puede ser la lectura.
Todo lo que un niño aprenda y consolide en edades tempranas, será un gran paso hacia su posterior desarrollo cognitivo y social, así como una buena dosis de autoestima y autocontrol en su día a día, con la consecución de un pensamiento abstracto adecuado y certero para el mundo infantil, psicológico, social y adulto.
Seguramente no es tan extraño ver a niños de tan sólo año y medio sentados en sus diminutas sillas hojeando libros con ilustraciones, palabras y frases. En estos casos, lo que suele ocurrir es que los padres no se dan cuenta de que esto ocurre, o si lo ven, están tan atareados con otras cosas, que no lo refuerzan adecuadamente, y lo que el niño termina percibiendo es que está sentado un rato «leyendo», y que para lo único que sirve es para descansar un breve momento de las carreras que está haciendo por el pasillo de casa.
Estos gestos de predisposición a la lectura, se deberían reforzar convenientemente, para lo que los padres entre tarea y tarea de adultos, imposibles de posponer, deberían observar esas conductas y estar pendientes de actuar cuando los niños están absortos en sus libros de letras, reforzarles con un simple: «Muy bien hijo, me gusta mucho que leas, si quieres un día leemos juntos», es suficiente para que el niño se sienta importante, seguro y feliz.
Los padres que intentan imponer esos momentos de lectura, tranquilidad y responsabilidad en sus hijos no consiguen el objetivo marcado, ya que puede que el momento del niño para estar concentrado en su cuento, no coincida con el momento de los padres para reforzarle, y obligar a leer, sentarse o estar tranquilo a niños tan pequeños, puede ocasionar el efecto contrario en ellos. Por esto, lo más importante de este hecho, es la espontaneidad y la observación del momento concreto, para ahondar cuando realmente el niño más va a valorar la frase amable de refuerzo de sus padres.
Según un estudio reciente de la Universidad de Edimburgo y el King College de Londres, publicado en la revista Child Development, el que un niño aprenda a leer a una edad temprana, ayudaría a desarrollar ciertas habilidades cognitivas, necesarias para la vida adulta. Este estudio también saca a debate el hecho de que la lectura no sólo potencia el aumento de vocabulario, sino que se encuentran implicado en ella, el desarrollo de aspectos no verbales de la inteligencia.
Por todo esto, se anima a todos los padres a potenciar y reforzar las tendencias naturales de los hijos en el entorno de la lectura, con el fin de explotar en su máxima amplitud todas las habilidades ocultas que los pequeños poseen, y que de adultos les servirán para desenvolverse con mayor soltura y decisión en los contratiempos y avances de la vida.
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