RELATO CORTO
Nº 9 de la serie «GINCEA»
Los linava observaban impotentes cómo los dispersos asentamientos de los vintor se iban reduciendo y, en muchos casos, desapareciendo. Gincea ya no era un planeta habitable para ellos, por lo que estaban abocados a una desaparición total en pocos geriones. La recuperación de Gincea era posible pero tardaría miles de geriones, un tiempo demasiado largo para la esperanza de supervivencia de los vintor.
La tecnología linava había evolucionado de forma muy diferente a la de los vintor. Desde hacía muchos geriones les había permitido viajar por el espacio y conquistar otros planetas de Tiniel. Ninguno de estos planetas reunía las condiciones mínimas de habitabilidad para los linava y mucho menos para los vintor. También habían realizado excursiones a sistemas estelares cercanos, con largos tiempos de viaje y sin éxito en su búsqueda de nuevos planetas habitables. Sin embargo, la ciencia linava había pronosticado la existencia de planetas en la galaxia con unas condiciones de habitabilidad similares a las de Gincea en el pasado, cuando las dos civilizaciones vintor y linava prosperaban de forma independiente. La tecnología linava tendría que evolucionar hasta permitirles viajes a sistemas estelares lejanos pera verificar el pronóstico de sus científicos.
Las autoridades linava habían trazado un plan de futuro para los vintor. Si encontraban un planeta habitable para ellos antes de su desaparición de Gincea, trasladarían a él a una población vintor suficiente para garantizar su prosperidad evolutiva en ese nuevo planeta. Pero pasaba el tiempo y los seres vintor se hacían cada vez menos numerosos. Era el momento de que los linava expusieran un plan a los representantes de las comunidades vintor que aún existían.
Históricamente los vintor nunca habían llegado a integrarse en una sola comunidad. Cuando iniciaron su decadencia aumentaron la distancia entre las diversas comunidades, en su lucha por disponer de los recursos energéticos que se agotaban a gran velocidad. Ahora, cada vez más dispersos y escasos, se agrupaban en varios asentamientos desconfiados y recelosos unos de otros. Los vintor, aunque dispersos, estaban asentados en una región de Gincea poco afectada por el cambio climático, pero que siempre había sido poco poblada por su aridez y escasez de agua permanente. A pesar de ello, ahora era la región más adecuada para la supervivencia de los vintor, no sin la ayuda permanente y a distancia de los linava. Esta ayuda de los linava se limitaba a proporcionarles el agua necesaria para su supervivencia. Los vintor nunca fueron forzados por los linava a acatar su supremacía como civilización superior, dejándoles ejercer su libertad y no interfiriendo en su evolución. Los linava no querían una civilización vintor artificial, asistiendo impasibles al deterioro de los vintor sobre los que se cebaban las enfermedades que diezmaban la población sin tregua. El número de seres vintor existentes en Gincea había quedado reducido a unos cuantos millares. Los linava sabían que se extinguirían, porque Gincea no volvería a ser el planeta que permitió que prosperaran como civilización. Los linava deberían trazar una cuidada estrategia para exponer su plan a las pocas comunidades aún existentes.
El plan de los linava consistía en hacer una selección de seres vintor, elegidos de las diferentes comunidades y aplicando determinados criterios que deberían ser aceptados por los vintor. Los elegidos serían los que formarían parte de la expedición en busca de un planeta habitable. Los linava enviarían mensajeros a los diferentes asentamientos para exponer el plan a sus respectivos representantes. Una vez aceptado por todos los representantes de las comunidades vintor, deberían reunirse entre ellos para trazar la forma de gestionar ese plan a nivel global, siempre con las restricciones y criterios establecidos por los linava. Su aplicación sería estrechamente vigilada. Paralelamente, los linava estarían construyendo la nave espacial que, con una elegida tripulación, conduciría a los vintor y a un nutrido equipo de científicos linava a la aventura de encontrar planetas en sistemas solares de la galaxia lejanos de Tiniel.
Pronto comenzaron con la aplicación del plan. En algunas comunidades vintor no estaban dispuestos a aceptar todas las condiciones, pero esa actitud les conducía a un fin claro: Si no aceptaban la propuesta de los linava no participarían en el proceso de selección. A veces eran los vintor los que querían imponer sus condiciones, pero los linava sabían que no podían ceder en su planteamiento, porque, de hacerlo, no conseguirían el fin perseguido: Seleccionar a los vintor mejor dotados, para que prosperase esa civilización en otro planeta que aún estaba por descubrir. Decidieron dar tiempo a los vintor para que se pusieran de acuerdo en la aplicación del plan, que culminaría con la selección de no más de un millar de seres vintor.
Solo una de las comunidades vintor estaba conforme con todos los aspectos del plan linava. Ésta era la más numerosa y parecía ser la mejor organizada, por lo que recibió el encargo de convencer a otras comunidades para que aceptaran el plan trazado por los linava. Las más reticentes querían gestionar el plan según sus criterios y sin la vigilancia de los linava, algo inaceptable por éstos. Los linava sabían que si dejaban actuar libremente a los vintor en este asunto, se encontrarían con una selección de seres vintor de un perfil ético muy distante del que sería deseable.
FIN
Relato corto escrito por Lucía Nante
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