RELATO CORTO Nº III DE LA SERIE DAUCH
Dauch del Norte celebraba la existencia de otra sociedad diferente a ellos, con los que habían establecido un acuerdo de cooperación. Dauch del Sur disponía de tierras abundantes y de personas que las trabajaran y Dauch del Norte de la tecnología necesaria y de materias primas para fabricar las herramientas que mejoraría la productividad de los agricultores del sur. La producción de alimentos sería suficiente para abastecer a las dos sociedades, de forma que el norte se especializaría en la fabricación del equipamiento necesario para asegurar el crecimiento de ambas sociedades.
Dauch del Sur también celebraba el encuentro con los del norte, pero con alguna reticencia. Su clase dirigente no permitiría
perder sus privilegios, aceptando el acuerdo de cooperación siempre que no afectar a la estructura social y a la forma de nación que tenían establecida. Parte de la clase dirigida veía oportunidades únicas en el futuro que les deparaba el acuerdo con los del norte, sobre todo aquellos habitantes del sur que se sentían oprimidos o aquellos que soñaban con otras formas de realizar su vida en actividades diferentes a las agrícolas.
Algo tenían en común todos los habitantes de Dauch. El nuevo clima de confianza que se estaba creando, invadía todos los territorios y no encontraba obstáculo ni siquiera en la barrera de montañas que separaba el norte y el sur. Pronto quedaron establecidas las nuevas rutas y dispuestos modernos artilugios al servicio de las comunicaciones, que facilitarían el intercambio de personas y de mercancías. Pero una barrera se levantaba entre ambas naciones, el idioma, que debería ser superada cuanto antes. La asamblea comunitaria formada por miembros de Dauch del Norte y de Dauch del Sur consideraba que este asunto del idioma debería ser resuelto de forma prioritaria, ya que era el principal obstáculo al desarrollo conjunto. Ambas partes defendían su propio idioma, con argumentos tan convincentes que no era posible llegar a un acuerdo. La creación de un tercer idioma, como solución salomónica, tampoco satisfacía a ninguna de las partes. Finalmente se realizó el cálculo de los recursos necesarios para que toda la población se comunicara en el mismo idioma, saliendo mejor parado el sur, al ser esta población la más abundante.
Así, Dauch del Norte debería asumir la formación de todos sus habitantes en el idioma de Dauch del Sur, es decir, los del norte se vieron obligados a ser bilingües.
Generación tras generación, la organización política de Dauch del Sur iba cediendo posiciones a las influencias que inevitablemente llegaban del norte, quedando por fin desactivadas sus arcaicas estructuras sociales y políticas. El terreno se estaba preparando para una unión política, que redundaría en mejoras de la cooperación establecida. Ahora solo habría un Dauch que estaría regido por un único gobierno y una nueva nación constituida sobre la isla, único territorio conocido para sus habitantes. No obstante, tanto el norte como el sur seguirían conservando cierta identidad y matices culturales tradicionales, en particular el norte que conservaba su idioma.
Dauch prosperaba imparablemente, aunque su desarrollo se fundamentaba en la especialización que el norte y el sur habían heredado del pasado. El norte fue creando una sólida estructura industrial, mientas el sur se limitaba poco más que a sus actividades agrícolas tradicionales, eso sí, con una productividad suficiente para mantener a todos los habitantes de la isla.
Aunque la población del norte creció sustancialmente con los habitantes que emigraron del sur, la población del sur se mantuvo siempre superior. La prosperidad sustanciada en el productivo trabajo de la mayoría, generó los excedentes necesarios para asegurar cierto bienestar social a la población menos favorecida. Todo esto gracias a la confianza que generaba el sistema político y económico que se habían dado democráticamente todos los habitantes de la isla. Ya formaba parte de la historia la existencia de dos naciones, dos sistemas políticos y dos idiomas. Ahora el mundo conocido estaba constituido en una única nación y regido por un único gobierno elegido por todos los habitantes de Dauch.
Pero el progreso y desarrollo nunca son eternos. Después de varias generaciones, el nivel de desarrollo adquirido resultaba difícil incrementarlo y hasta mantenerlo. La actividad y la productividad habían sido crecientes desde tiempos remotos, lo que se traduciría en un incremento más que proporcional en el consumo de los recursos de la isla. Los cuidados sociales habían crecido de forma paralela y ahora resultaba difícil mantenerlos. La población del norte, aunque menos numerosa, soportaba la mayor parte de la carga para el mantenimiento de los cuidados sociales, debido a que su renta por habitante era sustancialmente mayor que la del sur. El norte siempre había mantenido viva la llama de su identidad, por lo que resultaba fácil difundir que el retorno a situaciones políticas ancestrales les beneficiaría. Así se fue generando cierto ambiente que desembocó en el planteamiento de la elección de continuar como estaban o volver a ser Dauch del Norte, por lo que el sur también volvería a ser Dauch del sur. La convocatoria quedó restringida al norte, resultando elegida la opción de una nación independiente del sur.
De esta forma el mundo conocido volvió a estar constituido por dos naciones, creándose una frontera donde nunca la hubo, salvo la primitiva frontera mental. La creación de esa frontera no podía cambiar repentinamente las estructuras productivas y sociales existentes físicamente y acomodarlas a la nueva situación. La adaptación traería graves consecuencias, particularmente para el norte.
FIN
Relato corto escrito por: Lucía Nante
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