Había una vez, un hombre muy mayor, que vivía en una pequeña aldea de un pueblo de España. La verdad es que era un hombre muy peculiar, pues vestía con ropas anchas y algo descoloridas, pero cada vez que se encontraba con algún vecino de la aldea, su serio rostro se transformaba en una cara sonriente y amigable.
Hernán que así se llamaba aquel hombre, era el abuelo de una enérgica niña llamada Jone. Hernán era el encargado de cuidar de su nieta mientras sus padres se encontraban trabajando las tierras del campo.
La verdad, es que Hernán no tenía muchos amigos, de hecho no tenía ninguno, pues tenía fama de ser un gruñón y cascarrabias, lo que provocaba que nadie quisiera estar cerca de él…
Su nieta Jone estaba muy triste, pues su abuelo, a pesar de ser un poco gruñón, era muy buena persona y ella lo quería muchísimo. Así que un día decidió subir a una ladera, en la cual se encontraba el árbol de los sueños, para pedirle un deseo…
«Por favor, árbol de los sueños, me gustaría que me abuelo fuera más amable y simpático con el resto de personas, así podrían saber que es un abuelo bueno y le querrán más«, dijo Jone al árbol de los sueños.
Al día siguiente, el abuelo Hernán estaba preparando el desayuno para cuando se levantara su nieta. Cuando Jone entró a la cocina vio a su abuelo como siempre… el árbol de los sueños, no le había cumplido su deseo.
Como todos los días, Hernán acompaño a su nieta hasta el colegio, y de camino, algo extraordinario ocurrió. «Buenos días«, dijo una vecina. «Buenos días señora«, respondió Hernán con una sonrisa en la cara.
En ese momento, Jone se quedó fascinada por lo que sus ojos estaban viendo, su sueño, de un abuelo más sonriente, se había hecho realidad, el árbol de los sueños le había escuchado. El abuelo de Jone iba saludando y sonriendo a todo el mundo que se iba encontrando por la calle.
Todo el mundo en la aldea se quedó boquiabierto al ver a Hernán tan sonriente y se dieron cuenta de lo equivocados que habían estado con Hernán, así que aprendieron una lección muy importante, y es que no hay que juzgar a las personas sin antes conocerlas.
A partir de ese momento, Hernán fue conocido por el Abuelo sonriente de la aldea, y querido por todo el mundo.
FIN
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Hola me a encantado el cuento
Hola me llamo Alicia, me podrían enviar cuentos cortos, estan muy lindos los que leí. me gustaría recibir sobre los Derechos Humanos.
Desde ya muchas gracias