En una región montañosa, cubierta de frondosos bosques, vivía feliz una familia de ciervos. Como todos los años, con la llegada del invierno, bajaban al valle en busca de mejores alimentos. Abigail – así se llamaba la cierva que dirigía la familia – estaba preocupada por el peligro que suponía la estancia en el valle debido a la presencia del tigre. A esto habría que añadir los inconvenientes de la cercanía de una familia de monos que vivían en el bosque limítrofe con el valle.
Esa familia de monos tenía por jefe a Com, un mono ágil, ambicioso e inteligente. A Com también le preocupaba la presencia de los tigres, sobre todo en esa época del año en que su número aumentaba debido a la llegada de los ciervos. Aunque los ciervos no eran sus enemigos, sí constituían un inconveniente porque, al atraer a los tigres y otros depredadores, ponían en peligro la seguridad de la familia de monos. Abigail ya conocía a Com de años anteriores y no tenían graves problemas de convivencia porque cada familia respetaba el territorio y la intimidad de la otra, pero los monos mostraban cierta incomodidad con la presencia de los ciervos. Ese año Com estaba dispuesto a proponerle a Abigail una idea que venía madurando desde hacía tiempo: ¿Cómo transformar un inconveniente en una ventaja?
Normalmente cada familia se ocupaba de su seguridad ante la presencia del tigre. Los monos deberían mantener su vigilancia desde los árboles más altos, por lo que algunos miembros de la familia no podrían bajar a buscar las raíces que tanto les gustaban. En el caso de los ciervos, también algunos miembros de la familia tenían que estar pendientes de su olfato para detectar la cercanía del tigre, y así los demás podían relajarse y deleitarse con su comida o sus juegos. Com pensaba que si cooperaban las dos familias podrían vivir todos más relajados y disfrutar más de sus quehaceres diarios.
Al principio de aquel invierno, la familia de ciervos llegaba al valle conducida por Abigail. Com estaba observando cómo se aproximaban desde la copa del árbol más alto, próximo al valle. Cuando estuvieron cerca, Com bajó de su atalaya y se dirigió hacia la familia de ciervos para darles la bienvenida. Allí mismo propuso a Abigail mantener un encuentro en los días próximos para hablar sobre la seguridad de las dos familias. Este asunto le interesaba también a Abigail y estaría dispuesta a escuchar la propuesta de Com.
Cierto día, a la salida del sol, se juntaron Abigail y Com ambos acompañados por otros miembros de sus respectivas familias. Com comenzó haciendo referencia a las cualidades y virtudes más destacadas de los ciervos, como su oído, olfato y la ternura de trato a los pequeños. Luego prosiguió con los esfuerzos que debe hacer cada familia para protegerse ante la presencia del tigre. Su plan consistía en aprovechar las cualidades específicas y los recursos de cada familia para vigilar su entorno y detectar que se estaba acercando algún tigre. Así, estarían avisados a tiempo todos los miembros de ambas familias y, mientras tanto, podrían entregarse el disfrute de la comida y a los juegos.
Todos escucharon con atención, en particular los ciervos. Al final de la intervención de Com, Abigail habló en nombre de todos los ciervos, dirigiéndose a los monos: Gracias a la iniciativa surgida de vuestra gran inteligencia, estaremos mejor protegidos frente a muestro enemigo común, el tigre. Debemos estar unidas las dos familias para ganar en confianza y poder vivir más seguros y felices. Como ya hemos oído de Com, nombraremos equipos de vigilancia de las dos partes que se alternarán cada día, así, con la mitad del esfuerzo, conseguiremos la misma eficacia en la protección de este gran grupo que formamos los monos y los ciervos. Los representantes de las dos familias asintieron con unanimidad.
De esta forma, lo que en principio parecía un inconveniente para los monos, gracias a la cooperación entre monos y ciervos se había transformado en una ventaja para ambos. Trabajaron conjuntamente en el desarrollo de la propuesta de Com para ponerla en práctica de inmediato. A las pocas semanas ya pudieron comprobar su eficacia, quedando siempre a salvo de su común enemigo al acecho.
FIN
Cuento escrito por Lucía Nante
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