En un espléndido campo de flores había una colmena habitada por miles de abejas. Ya bien entrada la primavera, la reina vio que su descendiente, la reina joven, estaba en condiciones de hacerse cargo de esa colmena. Entonces entendió que era el momento de trasmitirle sus tradiciones y formas de comportamiento social y laboral. Después abandonaría la colmena.
Cierto día comunicó a las abejas su plan y pidió voluntarias para seguirle. La reina ya había trasmitido su legado a la reina joven, como se lo habían trasmitido a ella reinas anteriores desde los más remotos tiempos y lugares. Las abejas dispuestas a seguirle se despidieron de sus compañeras y de su viejo hogar y se prepararon para la partida.
Entre todas las abejas, casi la mitad de la colmena, había una abeja joven llamada Hala que vio la oportunidad de viajar y explorar nuevos lugares. Le habían informado que el enjambre – así llamaban al grupo que abandonaba la colmena – volaría lejos del hogar para fundar una nueva colmena que sería su nuevo hogar.
Hala, como todas sus compañeras de viaje, había recibido las instrucciones necesarias y el legado de sus antecesoras que debería respetar y trasmitir a su descendencia a través de su reina. Entre las instrucciones recibidas había una que le llamó la atención:Existía una flor de vivos colores y abundante polen sobre la que no debían posarse. Hala preguntó a otras abejas más viejas porqué debían respetar esa prohibición, recibiendo diversas respuestas: Es la tradición, decían unas; existe una leyenda que cuenta que una vez una atrevida abeja se posó en ella y cayó fulminada al suelo, decían otras. Pero todas le recomendaron que respetara la tradición.
Partieron del viejo panal y después de muchas horas de vuelo se posaron en un árbol desde el que se divisaba un maravilloso campo de flores. Desde allí se organizó la exploración del lugar y la búsqueda de una nueva colmena para vivir y elaborar la miel y la cera. Hala también se prestó voluntaria a la exploración, partiendo con un grupo de abejas expertas. Durante el vuelo de exploración una abeja vieja mostró a Hala la flor de la que habían estado hablando el día anterior.
Hala quedó impresionada por esa flor no muy abundante, pero bella entre la belleza de todas las flores. Insistió en que no comprendía porqué no podía posarse en esa flor, creando cierto malestar en las otras abejas. Una vez elegido su nuevo hogar, regresaron con su enjambre y comunicaron al resto de la comunidad el camino a seguir.
Ya establecidas en su nueva colmena comenzaron la organización del trabajo y a poner los turnos para la recolección del polen. Aunque salían por grupos, cada abeja gozaba de cierta libertad para elegir las flores en las que quería posarse. Hala estaba tan ocupada con su trabajo y disfrutaba tanto yendo de flor en flor que se le había olvidado la flor prohibida. A veces había pasado por encima de una flor distinta de la mayoría que quizás fuese la prohibida, pero la abundancia de otras flores le había restado interés.
Un día observó a otro ser parecido a las abejas, pero más grande, posado en una de esas flores diferentes. Se acercó para verlo de cerca y ante su presencia, ese ser voló arrastrando tras de sí gran cantidad de polen, quedando al descubierto la gran belleza de la flor. Hala recordó los relatos fantásticos oídos a sus compañeras las abejas más viejas y esperaba ver caer fulminado a ese ser incauto. Lo siguió con la vista hasta perderse en el horizonte. ¿Será que el castigo es con efectos retardados? – se preguntó Hala – continuando con la observación de la flor, ahora a más distancia. Ese día decidió quedarse un rato para disfrutar de la contemplación de la flor prohibida, porque eso no era incumplir norma alguna ni faltar a la tradición.
Cuando llevaba un buen rato por los alrededores de la flor, una compañera que pasaba por allí le dijo: ¿Qué haces, Hala. Porqué no estás recolectando polen como todas nosotras? He visto como una abeja grande estaba en la flor y voló después sin más – dijo Hala – continuando con su trabajo sin dar más importancia. Cuando la compañera se fue, Hala volvió de nuevo a los alrededores de la flor para observarla de nuevo. Al poco, otro ser también desconocido para ella, con unos puntos negros en el cuerpo, se posó en la flor manteniendo en vilo a Hala, que no salió de su asombro cuando el de los puntos negros voló hasta otra flor, continuando con su tarea.
Era hora de regresar al panal. Hala pensaba contar todo lo que había visto al resto de las compañeras, pero cuando llegó estaban esperándola un grupo de abejas que hacían de consejeras de la reina. Hala, queremos hablar contigo – le dijeron, prosiguiendo sin más – nos han dicho que hoy te has detenido a mirar la flor prohibida. Hala no solo no se disculpó, como las consejeras de la reina pensaban que haría, sino que contó todo lo que había visto. El consejo se retiró a deliberar y comunicaron su decisión a la reina: No podemos admitir que nadie dude de nuestras tradiciones y para que no sea un peligro para el resto de la comunidad, debemos expulsar a Hala.
Al final del día la reina llamó a Hala para comunicarle que la comunidad había decidido expulsarla, por lo que al amanecer debería abandonar el panal para no regresar jamás. A la mañana siguiente Hala abandonó la colmena feliz, porque sabía que encontraría otra comunidad que la comprendiera.
FIN
Escrito por Lucía Nante
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Me encanto el cuento pero me dejo en las mismas porque a la final no se supo si las abejas tenian la razon de haber dicho lo de la flor si era cierto o no.
mil grasias por la lectur tengo que aser una obra con mis amigas y alo
major ganamos qui en sa be no pero mil grasias
uyy gracias por publicar esa lectura tengo una tarea sobre las flores y abejas y ud la tiene grax de nuevo
Excelente tupagina los cuentos son muy precisos, para los parvulos gracias por publicarlos
divino el cuento
HERMOZO LA VERDAD
me encanto el cuento LUCIA NATE ♥♥♥♥
no me gusto este cuento jajajjaaj es muy perrro
Que lindo los cuentos cortos para niños. Felicitaciones.