RELATO CORTO
nº 8 de la serie “GINCEA”
Las dos civilizaciones de Gincea habían desarrollado formas sociales, culturas y tecnologías paralelas, pero muy diferentes entre ellas. Sus intercambios se limitaban a la mutua vigilancia necesaria para mantener las fronteras de sus respectivos espacios. La diferencia estaba en las desmesuradas necesidades energéticas de los vintor, que crecían exponencialmente hasta hacer peligrar las fabulosas reservas de energía almacenada, muchos millones de geriones atrás, en el espacio de Gincea que administraban. Los linava no requerían tanta energía, manteniendo casi intactas las reservas de su espacio que se utilizaban principalmente para actividades de alta tecnología, lo que les permitió avances muy superiores en la carrera tecnológica.
La evolución había marcado diferencias de consecuencias nefastas para los vintor. Solo recurriendo a la inteligencia podrían haberse mitigado esas consecuencias, pero hubieran necesitado que la dotación de inteligencia también hubiera evolucionado positivamente. Algunos individuos vintor, dotados de una inteligencia superior a la media, eran conscientes de la senda de progreso de su civilización pero no eran escuchados por la clase dirigente, elegida a imagen de la mayoría de los vintor. Además, la división de la sociedad vintor en diversos grupos competidores por la energía disponible, y cada vez más escasa, no favorecía el triunfo de ciertas ideas que parecían venir, más que de los vintor, de los linava. Los vintor rechazaban cualquier idea sospechosa de ser de origen linava. Así, incluso ideas de algunos vintor que no se ajustaran suficientemente a la tradición, eran irracionalmente rechazadas por la sociedad. Esto no era más que una consecuencia de la prevalencia que había ido adquiriendo la conciencia grupal sobre la conciencia individual. Este proceso había llegado a un punto en que ya era irreversible de forma natural y solo una revolución en el terreno de las ideas hubiera podido invertir.
Los vintor, que utilizaban la violencia con cierta frecuencia entre ellos, no dudarían en utilizarla contra los linava, quebrando así el ancestral equilibrio entre ambas civilizaciones. Veían con preocupación la evolución de sus reservas energéticas por lo que se plantearon invadir el espacio de los linava para explotar las reservas que ellos mantenían casi intactas. Esto comenzó a crear tensiones en las fronteras de ambos espacios, mientras los efectos del desequilibrio ambiental, originado por el gran consumo de energía proveniente de la reserva fósil, se sentían sobre todas las regiones de Gincea. Los linava evitaban los enfrentamientos retrocediendo lo necesario para que los vintor vieran satisfechas sus necesidades energéticas. Ninguna de las dos civilizaciones era consciente de la evolución de los efectos que ya notaban, pero que aún no les afectaba demasiado. La burda e ineficiente tecnología de los vintor no cesaba de incrementar su consumo energético llevando a Gincea a una situación irreversible, lo que dio lugar a un peligroso aumento de las tensiones y conflictos con los linava.
Los linava veían con preocupación los acontecimientos pero no utilizaban su tecnología contra los vintor, sino que cedían cada vez más espacio para saciar su avidez energética. Los linava observaban impotentes cómo el cambio climático de Gincea estaba afectando a otros muchos seres que habitaban Gincea y que no eran autónomos energéticamente, entre ellos a los propios vintor. Estos eran muy dependientes de las zonas sólidas de Gincea, no solo por sus necesidades de habitabilidad directas, sino también porque sus necesidades de alimentación, al no ser autónomos energéticamente, requerían de abundante espacio sólido y fértil. Los cambios que se iban produciendo en Gincea reducían las zonas sólidas y fértiles útiles para los vintor, mientras casi no afectaban a los linava con mayor capacidad de adaptación a todo tipo de espacios. Así, después de varios geriones desde las primeras invasiones, los linava estaban relegados prácticamente a las zonas húmedas, inhabitables para los vintor pero suficientes para mantener a los linava.
Los vintor no habían sabido aprovechar la tecnología que los linava les habían transferido para obtener energía directamente de Tiniel y reducir su dependencia de las energías fósiles, cada vez más escasas. Esta tecnología no estaba aún suficientemente desarrollada y solo su aplicación y difusión harían mejorar los procesos de fabricación. Era aún ineficiente para abastecer su gran demanda energética y les faltaba la paciencia necesaria para mejorar su eficiencia, por lo que continuaron explotando las reservas de Gincea ya muy escasas. El cambio climático en Gincea era ya de tales proporciones, que la escasez de recursos había eliminado muchas especies de las que dependían los vintor y las tensiones sociales y conflictos internos iban en aumento. Una civilización que se desarrolló exponencialmente, asiste a un declive también exponencial. Los seres vintor habían quedados reducidos a unos pocos asentamientos en algunas zonas aisladas de Gincea, sin energía para alimentar a su ya obsoleto y olvidado sistema tecnológico. Los efectos del cambio climático debidos al fuerte desequilibrio desencadenado por el abuso de las reservas energéticas de Gincea, parecían perpetuarse afectando sin tregua a los seres vintor, que no podían adaptarse a la escasez de recursos disponibles para cubrir sus necesidades.
Los linava no eran totalmente ajenos a los efectos del cambio climático. Gincea ya no era el paraíso del pasado, antes de que la evolución permitiese la civilización vintor. Los vintor ya no eran un problema para los linava, pero era necesario buscar nuevos planetas habitables. La tecnología linava estaba ya lo suficientemente madura como para iniciar la conquista del espacio extra-estelar.
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Relato corto escrito por Lucía Nante
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