Cuento Infantil para niños y niñas, escrito por: Emilia Serrano
La ranita estaba triste, ya no quería nadar y solo se pasaba las horas mirando a lo lejos. De repente la paloma se acercó a ella y le preguntó:
– Ranita, ¿qué te pasa? ¿por qué estás tan triste?
– Es que me aburre andar de un lado a otro en este charco. Tú puedes volar y eres hermosa, yo soy fea y solamente puedo nadar. – Dijo la rana.
– Ranita, todos cumplimos un objetivo pero sí te puedo ayudar a estar más feliz, te puedo prestar mis alas. – Respondió la paloma.
La ranita muy contenta se puso las alas e intentó volar pero por más que trató no podía y cansada de intentar le devolvió las alas a la paloma diciéndole:
– No me gusta volar, quisiera ser como una araña que teje bonitos trajes.
Una araña que andaba cerca al escuchar le dijo:
– Ten mi hilo, recuerda que todos cumplimos un objetivo pero si te hace feliz te lo presto.
La ranita colocó el hilo en su espalda y por más que intentaba tejer solo se enredaba.
Como la ranita andaba ocupada tratando de ser quien no era nadie observaba el charco y Don Lagarto que ya tenía muchos años y no veía bien cayó al agua gritando.
– ¡Auxilio, ayuda, no sé nadar!
La paloma no sabía cómo ayudar solo volaba en círculos, la araña intentaba ayudar con su red pero se desmoronaba al tocar el agua sus finos tejidos. La ranita de un gran salto cayó al agua y sacó a Don Lagarto que ya casi no podía respirar. Todos los animales de la zona se reunieron y aplaudieron y decían:
– Ves ranita, cada cual tiene un objetivo, nadar es el tuyo.
Ahora la ranita ya se sentía orgullosa de nadar en el charco, siempre pendiente y cuidando a todos los que pasan por allí, y en los días de lluvia se le oía cantar: Crua, crua, crua.
FIN
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