Cuento Infantil Corto para niños/as; escrito por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Había una vez una pandilla de letras que tenían una relación muy estrecha. Se situaran como lo hicieran, siempre se llevaban bien, aunque siempre había excepciones, ya que por ejemplo, la «b» y la «s» eran incompatibles, pero por otro lado, la «b» y la «r» o la «l» se llevaban de maravilla.
La verdad es que cuando había algún pequeño problema entre ellas, acudían las vocales y lo solucionaban todo. Las cinco vocales eran letras muy cooperadoras, y con un afán de superación enorme para que las palabras salieran adelante.
Así era como medían las letras las relaciones «letrales», o sociales para el mundo de los humanos, los cuales las manejaban bastante bien, y no cometían ninguna falta de ortografía, ya que producían enfermedades muy graves en las letras, y esto tenía una repercusión en los humanos muy fuerte, cosa que no les merecía la pena.
Pasaron los años y los siglos, y un buen día, los humanos se despertaron muy nerviosos, ¡algo tremendo iba a suceder!. Las letras habían hecho lo de todos los días, cada una en su puesto desde que había luz y se podía leer, para evitar erratas y malas interpretaciones de aquello que se leía, esa era la máxima de las letras:
– «Siempre en guardia, queremos ser de vanguardia».
El trabajo de las letras era formar palabras unas detrás de otras, y conformar textos de calidad en todos los sentidos, todas las letras así como los humanos, estaban tranquilos por ver que el trabajo que estaban realizando desde hacía tanto tiempo estaba dando sus frutos.
Así fue como se crearon las primeras historias basadas en la imaginación, ¡y los primeros cuentos infantiles!.
Todas las letras participantes de todas las palabras de los cuentos que los humanos habían creado, estaban muy orgullosas de haber servido para crear cultura, y por supuesto también lo estaban los humanos, que por eso andaban tan nerviosos para todo.
Ese día tan especial lo era porque podían llegar a recibir el premio a las historias más humanas jamás escritas. Las letras estaban convencidas de que lo recibirían, y si no era ese, sería otro o más adelante, pero siempre ganarían.
Y los humanos tenían competencia, y la seguridad de ganar el premio se desvanecía cuando veían que otros humanos habían tenido la misma idea que ellos.
– «¡Que gane el mejor!», – dijo uno de los humanos.
Llegó el momento y el sobre que mantenía el secreto del nombre del ganador empezaba a resquebrajarse por la solapa…
– «¡Qué nervios!», – decían los humanos.
Y por fin, la serie de letras ganadoras empezaron a aplaudir cuando vieron que los humanos leían su nombre:
– «¡Cuentos Infantiles, ganador del premio a las historias más humanas jamás escritas!».
Todos, letras y humanos, estaban radiantes de felicidad, fue un momento de reconocimiento a una trayectoria de mucho esfuerzo y de un auténtico trabajo en equipo, que recordarían para siempre en la historia más humana jamás escrita, la vida.
FIN
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