Cuento Infantil para niños y niñas, creado por: Ilse Valeria Arias Martínez
Hace mucho, mucho tiempo, en un bello pueblito llamado Xalli-Pan, existían unas hermosas flores. Estaba la rosa, que por su bello color rojo representaba el amor y era capaz de mantener al resto de las flores unidas. También estaba el girasol, dispuesta a dar alegría todas las mañanas. En cambio el alcatraz era muy elegante y pura, llena de buenos sentimientos para compartir con sus compañeras flores.
Todas y cada una de ellas tenían hermosas cualidades que las mantenía unidas en todo momento, sin embargo había una flor más, muy pequeña, por cierto, pero con una bella combinación de colores, aunque un poco diferente a todas, ya que ella dependía de un árbol y no poseía un nombre propio, por lo que la llamaban Flor de Uvero, pero a pesar de eso no era excluida.
Un día, al estar en una reunión comenzaron a comentar acerca de una grave situación:
La Rosa dijo: – El motivo de esta reunión urgente es porque han llegado seres diferentes a nosotros, seres que lo único que les importa es hacer enormes construcciones sin ser nuestra ciudad el jardín una prioridad.
El girasol muy contenta exclamó: – Veamos el lado alegre, ¡ya no estamos solas!
Pero la rosa le contestó: – Tú tan optimista, sin importarte nuestro bienestar.
El alcatraz con tal de que no existiera discusión alguna dijo: – No se peleen, recuerden que la paz debe reinar entre nosotras y mantenernos juntas.
La flor de uvero tímidamente se animó a decir: – ¿Y si nos hacemos parte de ellos?
Pero la rosa a pesar de ser muy amorosa, realmente estaba muy preocupada, por lo que reaccionó de mal humor y le dijo:
– ¿Estás loca?, acaso ¿crees que nos pondremos en riesgo solo por ser amigables con ellos?, ¡me niego!
Sin embargo el alcatraz trató de ser más pasiva y le dijo:
– Tranquila pequeña, aún eres muy chiquita y es por eso que tu corazón no analiza el peligro.
La flor de uvero al terminar la reunión se quedó muy triste porque sentía que no podía contribuir en el bienestar de sus compañeras, y al ver esto, el árbol que le brindaba el existir le dijo para consolarla:
– No estés triste, no debes sentirte así, a mí me haces feliz todos los días porque embelleces mi tronco y mis hojas.
Sin embargo la flor de uvero le respondió:
– Eso lo dices porque no te queda otra árbol.
– Claro que no, de hecho, ayer pasó por aquí un ser a la cual le llamaban mujer, y tenía un cabello largo y negro, ¡era hermosa!, y le escuché decir que tú, mi pequeña, eres hermosa, tanto que mientras tú dormías, ella contemplaba tu belleza. –Dijo el árbol.
Pero la flor de uvero estaba tan triste que contestó:
– Y ¿de qué me sirve si sólo me verá en pequeñas temporadas?, por eso nunca me toman en cuenta.
Pasaron los días y esos seres llamados humanos comenzaron poco a poco a adueñarse de los territorios, pero las flores mantenían su distancia, hasta que un día un hombre al que llamaban Hernán Cortes, decidió que mandaría a quitar todas las flores de ese lugar porque se las daría como regalo a su amada La Malinche.
Así que todas las flores entraron en pánico, la rosa que daba siempre amor, comenzó a sentirse deprimida por no poder proteger a sus compañeras flores, el girasol trataba de darle motivos para sonreír, pero muy en el fondo de su alma sentía un vacío que llamaban tristeza, y aunque el alcatraz no perdía la esperanza de que no las cortaran a todas, ya no reinaba la tranquilidad entre las flores. Por otra parte, la flor de uvero también tenía una esperanza, así que una tarde, cuando La Malinche pasaba a contemplarla, decidió que a pesar de romper la regla de oro de las flores, debía hablarle al oído, desde luego, al hacerlo, la bella mujer se asustó mucho porque no era normal que una flor hablara con ella, sin embargo volvió a acercarse para poder escuchar a la pequeña flor:
– No te asustes. –Dijo la Flor de Uvero.
– ¿Por qué me estás hablando?, ¿acaso eso es normal?
– No, no debería serlo, pero necesito que sepas lo que está pasando.
Después de un tiempo y de hablar sobre lo que pasaba, ambas llegaron a un acuerdo, un acuerdo que para la pequeña Flor implicaba un pequeño sacrificio.
Al llegar la noche, la flor de uvero les dijo a sus compañeras lo que había sucedido con la bella mujer, desde luego se sorprendieron por dicha decisión de la pequeña que había sido muy peligrosa, sin embargo, estaban muy agradecidas con ella por tal valentía, puesto que aunque pudieran permanecer las flores en dicho pueblo, la flor de uvero se había comprometido a adornar de ahora en adelante los cabellos de las mujeres Chogosteras para realzar su belleza femenina, sin embargo, eso significaba que al tener que córtala, pronto dejaría de existir, pero en recompensa por haber aceptado tal condición para salvar a todas las demás, las flores le quisieron dar un regalo.
Ese maravilloso regalo, era el ser también de ahora en adelante la representante del pueblo Jaltipaneco, con la ayuda de las aves regarían por todo el pueblo su descendencia y adornaría las calles con su esplendor, serían entonces no solo quien embelleciera los cabellos de las mujeres, sino quien viviera de generación en generación dispuesta a transmitir sus bellos sentimientos a los demás.
Más que un sacrificio terminó siendo una gran bendición, ya que a pesar de tener que ser cortada, viviría por siempre en todos los rincones de Xalli-Pan siendo una flor de la cual se sentirían las personas orgullosas de portar.
FIN
– Moraleja del cuento: No por ser un poco diferente a los demás te hace ser alguien incapaz de hacer grandes cosas, por lo que las decisiones que tomes por muy difíciles que parezcan si son para una buena causa, sin duda darán buenos resultados con el tiempo.
– Valores del cuento: Solidaridad. Tolerancia. Valentía. Amor.
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