Cuento Infantil para niños, creado por: Carlos Alberto Mera Delgado
La Madre Tierra observó un momento a “Don Conce” y pensó en las penurias que aquel hombre tenía que pasar para poder mantener a su numerosa familia, y aún así tener que perder toda la cosecha de su “cajón” de lentejas, para luego contestarle:
– Mira buen Conce, si tú sabes que yo soy La Madre Tierra entonces entenderás que mi cuerpo lo conforman todos los terrenos fértiles e infértiles del planeta, así como los desiertos, montañas, valles y selvas que en ella existen, ahora si todo esto es mi cuerpo o lo que vendría a ser lo mismo, “mi carne”, entonces porque estaría formada “mi sangre”, ya que un cuerpo no puede vivir sin sangre.
– ¡Oh no! – Exclamó La Madre Tierra.
Don Conce, un tanto desconcertado apenas pudo contestarle con dos palabras:
– EL AGUA.
La Madre Tierra al escucharlo le dijo:
– El agua que tu dices es mi sangre recorre mi cuerpo a lo largo de todo el mundo en forma de riachuelos, manantiales, ríos y lagos en algunos lugares en más cantidad y en otros en menor cuantía, como pasa con los lugares parecidos a Mórrope, pero no creas que aquí no hay agua, por que ¡sí la hay! y ésta recorre por debajo de mi piel como los vasos capilares, venas y arterias que tiene el cuerpo de un ser humano, es por eso que cuando ustedes escarban en mi cuerpo siempre hallan mi agua, pero lo que siempre encuentran no son mis arterias, sino son mis vasos capilares por eso es que el agua es tan escasa en estas tierras. Pero tu “Conce” por ser un hombre de bien y haberte dedicado siempre a cuidar y trabajar de buena forma mi cuerpo, evitando siempre que me enferme como hacen otras personas usando productos contaminantes, quemando mis vellos y desperdiciando e infectando mi sangre, es que te voy a indicar el lugar exacto por donde recorrre una arteria de mi cuerpo y así, si haces buen uso de mi sangre y la compartes en forma apropiada con tus semejantes, podrás disfrutar de ella para siempre y lograrás tener prosperidad para tí, tu familia y tu comunidad.
Don Conce al haber escuchado atónito el mensaje de La Madre Tierra solamente le supo contestar con una pregunta:
– ¿Dónde está ubicada esa arteria de agua que tanto necesito para salvar mi cosecha?
A lo que La Madre Tierra contestó:
– Es justamente aquí, donde estás recostado, debajo del algarrobo sembrado por tus antepasados, señalándole el árbol,Don Conce miró el viejo árbol y luego al voltear y querer dar las gracias a La Madre Tierra ésta ya se había marchado.
Un golpe en el rostro lanzado por Doña Marga despertó a Don Conce, quien de un salto se levantó de su lecho provisional y comprendió que todo había sido un sueño, un sueño que lo había convencido y que estaba dispuesto a comprobar su veracidad. Para esto contó lo sucedido a su esposa y luego mandó llamar a todos sus hijos para que vinieran con sus herramientas a ayudarle a cavar y buscar la arteria de agua que le había prometido La Madre Tierra. Todos juntos trabajaron arduamente y durante casi todo el día, para luego de haber excavado unos cinco metros, exclamar con alegría:
– ¡AGUA, AGUA, AGUA!
Por fin Don Conce encontró el agua que tanta falta le hacía y así poder salvar su cosecha y además comprobar que su designio sí había sido cierto.
Desde ese día Don Conce nunca más volvió a perder sus cosechas y el agua le dio prosperidad y bienestar a su familia, además se dedicó a compartir el agua con sus vecinos y a usarla de forma racional y responsablemente. Después contó su sueño a todos sus amigos más allegados y los consejos que La Madre Tierra le había dado, de cómo cuidar la tierra y todo lo que en ella existe. Toda la comunidad supo poner en practica lo enseñado por Don Conce y así lograron superar sus problemas en conjunto y vivir más unidos y felices por siempre.
FIN
– Moraleja del cuento: A pesar de los malos momentos que nos pasan en la vida,siempre hay una luz al final del túnel y Dios es esa luz. Debemos aprender a convivir en armonía con nuestro medio ambiente y compartir de los benficios que nos brinda la naturaleza.
– Valores del cuento: Perseverancia. Fe. Trabajo. Solidaridad.
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Buenos días Cristina!
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Soy profesora jubilada, amante de la buena literatura, lo que publican es secillo además de enriquecedor, los felicito y quiero
que sepan que los comparto conlos niños de la familia, gracias y saludos.