Cuento Corto para niños/as; escrito por: Ulica Tizaber
Había una vez una sombrilla de color amarillo que se pasaba gran parte del año encerrada en un trastero con muchísimas cosas inservibles. La sombrilla no era feliz en ese estado de absoluta oscuridad, y sabía que su color exterior, el amarillo, no se correspondía con su color interior, que
en esa época del año, era de un tono gris casi negro.
Empezaba a hacer calor en el trastero, y Plumilla se comenzó a inquietar, ya que otros años, sabía que con ese calor, la sacaban de allí para ir a la playa a pasar el verano. Este año le daba la sensación de que se estaba retrasando la salida, a pesar del calor que ya hacía.
Un día la puerta del trastero se abrió, y los dueños echaron un vistazo hacia dentro. Había tantas cosas, que no sabían muy bien, qué tenían que buscar. Plumilla se estiraba como podía para que la vieran, hasta que el dueño dijo:
– «Aquí está»
Y se acercaba hacia Plumilla, pero cual fue su sorpresa, cuando vio que lo que iba buscando era una maleta vieja, de la que sobresalían algunas prendas de vestir antiguas. Plumilla estaba desconcertada, era verano y no parecía que fueran los dueños a salir de vacaciones.
El dueño puso la maleta en el pasillo y volvió hacia dentro, cogió a Plumilla, y cerró la puerta del trastero. ¡Qué contenta iba la sombrilla amarilla!
Ya en casa, Plumilla vio que había mucha gente conocida, la que normalmente veía en el apartamento de la playa, y se preguntó porqué estarían todos allí. La sombrilla observaba cada movimiento dentro de la casa, ¡no entendía nada!
De repente, los dueños abrieron la maleta y comenzaron a sacar ropa antigua, vieja, llamativa, extraña.
– «¿Se iban a disfrazar?», pensó Plumilla.
«¿Y yo porqué estoy aquí?. Yo no sirvo para que se disfracen».
Todos se iban poniendo alguna de las prendas que había en la maleta, hasta que alguien dijo:
– «¿Esa sombrilla amarilla la vais a utilizar para algo?, tiene un color muy bonito que puede servir para hacer vestidos de verano, ¡así reciclamos!».
Plumilla se vino abajo momentáneamente, ¿la iban a utilizar para cortar su tela y hacer vestidos?, se sentía indignada, y muy enfadada. Tenía expresión de ira, cuando un sombrero viejo que estaba merodeando por allí, le dijo:
– «Plumilla, ¿así te llamas, no?. No sientas enfado por esto. Entiendo tu malestar, pero piensa en lo beneficioso que es que tu tela sirva para otras prendas, o para otros usos».
Plumilla escuchaba con atención, y de repente, cayó en la cuenta de la importancia de ser positivo, de poder ayudar a los demás en lo que necesiten, y de sentirse orgulloso y feliz haciendo el bien a los demás.
FIN
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Buenos días Luisana!!!
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No logro ver el cuento completo, hay un anuncio de google que no permite expandir el cuento. Gracias
es bueno este cuento, todos