Cuento Corto para niños, creado por: Juan Pablo Urcola
Rufo vivía en una cuchita (casita) muy linda y muy confortable, ubicada en un jardín repleto de plantas de limón. Era un cachorrito extremadamente alegre y cariñoso. Sus patitas eran marrones y su pancita color chocolate. Tenía unos ojos grandes color café y unas orejas como dos pompones de algodón. Una tarde, al llegar Anita de la escuela, buscó a Rufo para jugar, pero Rufo no estaba por ningún lado.
– Mamá, mamá… Rufo no está, lo llamo pero no aparece.- Dijo Anita a su mamá.
– Búscalo bien hija, debe estar en su cuchita.- Contestó la mamá.
Anita, salió al jardín y fue hasta la cuchita de Rufo. Pero Rufo no estaba.
Déjenme contarles lo que realmente pasaba. Como todos sabemos, se dice que los perritos solo pueden distinguir dos colores y por consiguiente no pueden contemplar todos los colores que nosotros conocemos, ahora bien, en el caso de Rufo, las cosas eran diferentes. ¡¡¡ Rufo sí podía ver todos los colores!!!
El día anterior, Anita había colgado en la ventana del hall de su casa, una manualidad muy linda repleta de colores brillantes, que había regalado a su papá en su día.
– Feliz día Papá.- Dijo Anita con mucha felicidad
– Muchas gracias Anita, qué hermoso regalo.- Con ternura contestó su papá.
– Lo hice en la escuela y es por tu día. ¿Te gusta?.- Anita preguntó.
– Siiii…. me gusta mucho!!!. Lo colgaremos en el hall para que todo aquel que venga a casa lo vea.- Dijo el papá.
– Siiii….. buena idea, papi.- Contestó Anita.
Rufo, había descubierto ese hermosa manualidad de Anita llena de colores y no podía dejar de mirarla. Rufo nunca antes había visto algo tan sorprendente.
– Anita?!…. Ya encontré a Rufo.- Exclamó la mamá.
Rufo, estaba azorado y maravillado contemplando aquel adorno. Y para mayor asombro, el sol entró por la ventana y pegó con sus rayos en cada uno de los colores brillantes que se movían con la brisa, generando una ilusión de colores mezclados que inundaron aquella habitación en distintas tonalidades. El azul, se mezclo con el amarillo, y el rojo con el verde, y el verde con el rosa, y el rosa con el celeste, y el celeste con el púrpura, y el púrpura con el naranja. Todo era una fiesta. La fiesta de los colores estaba comenzando y Rufo no se la quiso perder. Anita, riendo a carcajadas, abrazó a Rufo y gritó: “ ¡Esto es una fiesta! ¡La fiesta de los colores comenzó!
FIN
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