Cuento Infantil para niños/as, creado por: Ulica Tizaber
Manuel tenía su habitación siempre desordenada, con todos lo juguetes en medio, los puzzles con las piezas desperdigadas por toda la casa, y los libros rotos y tirados por el suelo. La madre de Manuel estaba muy cansada de decirle constantemente que recogiera la habitación, y que
cuidara de sus cosas.
Un día, Manuel recogió y ordenó todo, y fue corriendo a avisar a su madre para informarle de su logro. Muy contento, iba de la mano de su madre por el pasillo, orgulloso de haber obedecido y sentirse bien por ello, cuando al llegar a la puerta de la habitación, ambos quedaron desconcertados, los juguetes, puzzles y libros estaban por el suelo, más revueltos que nunca antes habían estado.
La madre de Manuel se enfadó mucho con él, y le dijo:
– «¡Se acabó Manu, recojo todas tus cosas y las tiro a la basura!»
Manuel no podía hacer otra cosa que llorar y llorar, entre sollozos intentaba explicarle a su madre, que él lo había recogido todo, y que no entendía tanto desorden. La madre hizo caso omiso, y comenzó a meter todos los juguetes en una bolsa enorme, que una vez llena, se llevó al maletero del coche.
Manuel estuvo toda la tarde muy triste encerrado en su habitación, no quería hacer nada, y se fue a dormir muy pronto y sin cenar.
– «Mañana será otro día», – pensó.
A la mañana siguiente, cuando Manuel se sentó en el coche para ir al colegio, oyó a su madre exclamar:
– «Esto es increíble, no sólo no ordenas tu habitación, sino que escondes la bolsa de los juguetes que traje anoche, ¿me lo puedes explicar, Manuel?»
Manuel no sabía que decir, ¿cómo que la bolsa no estaba?, se atrevió a rebatir a su madre, en este caso con toda la razón:
– «Mamá, yo no puedo haberla escondido, estuve en mi cuarto toda la tarde y me fui a dormir muy pronto».
La madre abrió los ojos mucho, y le dijo: – «Tienes razón Manuel, pero entonces, ¿dónde está la bolsa?».
Como tenían prisa, se fueron al colegio, y al volver por la tarde, Manuel merendó y fue a su habitación a cambiarse de ropa para estar más cómodo, y cuál sería su sorpresa que todos los juguetes estaban ordenados. Fue corriendo a darle las gracias a su madre:
– «Mamá, muchas gracias por encontrar los juguetes y ordenarlos. Prometo que a partir de ahora lo haré yo mismo».
La madre pensó que su hijo se había vuelto loco, ella no había hecho nada, y fue a la habitación de su hijo para comprobar lo que Manuel le decía. Se volvió a enfadar, primero porque Manuel le había mentido diciéndole que no sabía dónde estaban los juguetes, y segundo porque lo que vio no le gustó nada, todo desordenado.
Manuel se quedó en su habitación, esta vez castigado, y se puso a hablar con los juguetes:
– «¡Juguetes, puzzles y libros!, ya está bien de ser revoltosos, lo único que vais a conseguir es que mi madre se enfade tanto conmigo que no vuelva a confiar en mí, y vosotros acabaréis en la basura. Le he prometido que os ordenaría todos los días, y es lo que voy a hacer, basta ya de escondeos, de desordenaos y de enfadarnos».
La madre desde fuera escuchó a Manuel hablar con sus juguetes en un tono firme y emocionado. Se dio cuenta en ese momento de que su hijo había sido víctima de unos juguetes revoltosos que querían gastarle una broma a Manuel, y cuando el niño salió del cuarto quitándose las lágrimas, su madre le abrazó y le dijo:
– «Hijo, perdona que me haya enfadado tanto. No he sabido escucharte, y al pensar que querías desafiarme, me han traicionado los nervios. Sé que eres obediente, ordenado y que te gusta verme feliz, como a mi me gusta verte a ti. A partir de ahora, confiaré en ti para que te sientas seguro».
Manuel y su madre se fundieron en un abrazo interminable.
A partir de entonces, los juguetes respetaron al niño, y no le volvieron a gastar más bromas de ese tipo. La armonía reinaba en la habitación de Manuel, todos se escuchaban, y confiaban los unos en los otros.
FIN
Comparte este cuento infantil con tus amigos en Facebook, Google+ y Twitter con los botones que encontrarás al final del cuento. ¡Gracias!
demasiado largo
Muy buen cuento