Cuento Corto para niños/as; creado por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos
Había una vez un grupo de amigos a los que les gustaba reunirse varias veces al mes para pasar un rato juntos y merendar alimentos sanos.
Durante el mes de julio se habían visto poco, ya que cada uno tenía sus tareas rutinarias, y a la hora de ponerse de acuerdo para coincidir, era complicado que todos tuvieran las mismas necesidades en el mismo momento, así que entre todos y a distancia, tomaron la decisión de comer sano sin necesidad de que nadie les dijera la dieta que tenían que tomar.
Un buen día, Guillermo, el líder del grupo, convocó a todos los amigos a una reunión de carácter urgente que ninguno de ellos podría saltarse. Ese mismo día, y después de unas charlas bastante acaloradas por llegar a una conclusión conjunta, se concluyó que todos los lunes y jueves habría reunión de amigos.
En dichas reuniones se hablaría de temas distendidos, donde todos se involucrasen y donde el elemento principal fuera la comida sana. Así que para crear un entorno lo más natural posible, las merendolas se harían en los parques.
Así fue como se instauró la merendola bisemanal, aunque aún faltaba un asunto muy importante por decidir. Todo lo que cada miembro del grupo llevara a la merendola debía ser un alimento sano, y aquí fue donde surgió la siguiente pregunta:
– «¿Qué es un alimento sano?»
La pregunta quedó en el aire, y en cuestión de minutos, todos habían pensado una respuesta, la cual expusieron:
– «Un alimento sano es una pera«, – dijo Simón.
– «Y un espárrago«, – dijo Violeta.
– «Y también el jamón es sano«, – dijo Julieta.
Así fueron dando respuesta en forma de lluvia de ideas, hasta que Guiilermo, el líder de la pandilla, dijo:
– «En realidad, todo lo que habéis dicho es cierto, son alimentos sanos, pero para englobar a todos ellos debemos tener un pensamiento más abstracto». ¿Qué os parece si un alimento sano lo definimos de la siguiente manera?: todo alimento que comido de manera equilibrada y en su justa medida nos hace crecer y rendir mucho más en nuestro día a día».
Todos estuvieron de acuerdo en la definición, de manera que los días establecidos para las merendolas, siempre sabían qué aportar, y dejaron de llevar golosinas, bollería comprada y zumos con demasiada azúcar.
Pasaban las semanas y los amigos estaban muy orgullosos de haberse convertido en unos auténticos dietistas, sólo una vez cada dos meses se permitían algún capricho de los prohibidos, y cuando lo probaban, ¡ya no les gustaba!, preferían comer siempre sano.
FIN
Me encantó