Cuento Infantil para niños, creado por: José Ermilson Pérez Franco (Colombia)
Un hombre sube por la escalera interior de un edificio de apartamentos. Agitado, se detiene a tramos para tomar aliento y continuar. Mientras sube en su cabeza resuenan las palabras de su jefe: -“ Mire José, se lo voy a poner bien clarito: la empresa está recortando personal y a todos
nos ha tocado asumir más tareas. Así que o hace el trabajo del compañero que fue despedido o ¡Renuncie!. Gente con ganas de trabajar es lo que hay”-.
El desánimo hace sus pasos cada vez más lentos. Piensa: -…Y de remate boto lo del bus y me toca venirme a pie….”-. Casi a punto de desfallecer llega frente a la puerta del apartamento 702 y entra.
–Aaayy- Casi cae al pararse sobre una pequeña patineta abandonada justo en el umbral de la entrada. Se frota la cara tratando de calmarse, la recoge y la deja sobre la mesa del comedor. En el equipo suena fuertemente una canción infantil. Lo apaga, al fondo de la habitación sobre el televisor se escuchan las voces de sus dos hijos:
Sebastián, un niño flaquito de unos nueve años, exclama entusiasmado:-“¡Quedó muy bonito!”
-“ SÍ, sí, yo escribo, yo escribo…– Contesta Miguel Ángel, su hermano, casi gemelo, de ocho.
-“! No!.. yo, yo…
Por un momento, parece que va a ir a saludarlos y calmarlos, pero luego con un gesto dice para si: -“deje así”- . Pasa por la cocina (es un pequeño apartamento tipo americano de dos alcobas, cocina-sala-comedor, y baño), ve rastros de galletas y mermelada y un reguero de jugo de mora sobre la mesa. No lo limpia, toma un vaso y abre la nevera: el jugo se ha terminado. Cierra la nevera y llena el vaso con agua del grifo. Lo bebe de un solo tirón y lo deja sobre la mesa, encima del charco de jugo.
Entra a su alcoba, se quita los zapatos, la chaqueta y la corbata; los coloca sobre la mesita de noche. Se acuesta vestido y se tapa hasta la cabeza. Se encoge, como un niño y debajo de las cobijas vemos como trata de calmarse. Después de unos segundos, se relaja y poco a poco, va adormeciéndose. Está a punto de quedarse dormido cuando…
Sebastián: -“…Papáaaaa!”-
Despierta sobresaltado –“!Ay. No!”- dice para sí y se queda quietito escuchando, sin atreverse a moverse.
….Nada. Silencio
Poco a poco, vuelve a adormecerse cuando….
Miguel Ángel: -“ …Papáaa”-
Abre los ojos sorprendido, aún sin entender nada, cuando de nuevo…
Sebastián: -“…Paapáaa”-
Como un resorte, queda sentado en la cama. Como si lo hubieran visto, los dos pequeños sueltan una carcajada. Furioso, resentido, aparta violentamente las cobijas, se para y avanza con paso decidido hacia la alcoba de los niños.
Ya allí : Los dos hermanos juegan, riéndose y saltando con un pequeño muñequito de plastilina hecho por ellos mismos. En medio del juego comienzan a pelear y empiezan a gritarse y a llorar.
Sebastián: ”! …Yo se lo entrego!”
Miguel Ángel: “!Nooo!, yo lo cogí primero…”
Sebastián: “!Devuélvemelo!! (Comienza a llorar, y se abalanza contra su hermano para quitarle el muñeco)
Miguel Ángel: “Noo, yo se lo entrego” (Comienza a llorar y a forcejear con él)
El padre entra a la habitación
Papá: Ehh ¿Qué está pasando por allí?”
Los niños comienzan a echarse la culpa el uno al otro.
Sebastián: “Papi, fue Miguel. Él empezó, me quitó el muñeco que… “ (llorando)
Miguel Ángel: No es verdad, yo lo tenía primero (llorando)
-¿Por qué molestan tanto? (Agarrándose la cabeza): Yo lo único que quiero es descansar un rato.
Sebastián: (enfurruñado repite entre dientes): “él comenzó….”
El Padre los detiene agarrándolos por el brazo.
Papá: ¡Ah síi? Les voy a enseñar a andar peleando: “en esta casa al que pega, le pegan. Para que aprendan…”
Se escuchan algún que otro azote y el llanto de los niños.
Luego los trae de vuelta. Los dos niños vienen cabizbajos y llorosos; el papá enfadado les dice que les va a pegar como sigan así.
En el piso de la habitación hay rastros de mermelada, trozos de galleta y reguero de jugo
Papá: “¡Miren este chiquero!!! Ahora mismo me recogen todo ese reguero que hicieron o les vuelvo a dar”
Los dos niños comienzan a recoger. Sebastián (con ojos llorosos) recoge el muñequito de plastilina por el que comenzó la disputa (el cartón que le sirve de base está roto, enfurruñado y sin levantar la mirada, intenta arreglarlo tratando de pasar desapercibido.
Miguel Ángel, mientras tanto, con gesto de estar enfadado, trata de limpiar el piso con un minúsculo trozo de servilleta que estaba en el suelo.
Papá: Tirándole un trozo de paño limpiador: “-too-doo lo que ensuciaron”- El niño, tratando de limpiar todo, se mete debajo de la cama. El Papá se acerca, cada vez más enfadado – “Ah qué belleza!!! es que ensuciaron hasta debajo de la cama?”- Lo coge de una pierna y lo lleva fuera. El niño se retira temeroso de que le vaya a pegar. El hombre se agacha y observa: al fondo, escondido hay un plato, lo lleva hacia afuera. Lo vemos: cuatro capas de galletas «Saltin» con intermedio y cubierta de mermelada de piña, con una pequeña velita de cumpleaños (ajada y a punto de romperse) encima. Sintiendo que la respiración se le corta el Papá se gira hacia los niños que lo miran resentidos y pregunta con voz entrecortada: -“…y esto..qué es…?”. Sin decir palabra, Sebastián alarga el brazo (para no acercársele) y le entrega el pequeño cartón roto con la figura de plastilina. Vemos un muñequito, deformado por la disputa, y en el cartón que le sirve de base, en la letra de los niños se lee: “Para el papá más lindo y comprensivo del mundo. Feliz Cumpleaños”
PD.: “Llegamos a la violencia porque creemos que los niños van en contra de nuestros deseos. Pero, si hiciéramos un pequeño esfuerzo por entender sus propios deseos; quizás comprenderíamos que no debemos golpearlos sino besarlos…”
FIN
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buenisimo , yo también soy mama tengo un bebe de tres años que a veces me da ganas de samaquearlo y torturarlo pero es cierto lo que dice al final del cuento en vez de golpearlos abracemos a nuestros bebes y digamos lo cuanto los amamos. hagamos un esfuerzo por entenderlos
Se nota que el autor es un papá maravilloso. De aquellos que comprenden que, más que enseñarles, debemos aprender de los niños, porque ellos son los verdaderos maestros. Al fin y al cabo, vienen puros, sin toda la basura que contamina a los adultos y que hemos adquirido a través de la ‘educación formal’ recibida en el hogar y la escuela. ¡Qué bien!