Cuento Infantil para niños, creado por: Ulica Tizaber
Había una vez una princesa, llamada Peluchita que vivía en la ciudad de los juguetes, dicha ciudad se llamaba Villajuguetes, y estaba escondida en el polo sur de la Tierra. Servía de almacén de abastecimiento a Papa Nöel y Los Reyes Magos en la época de Navidad, y durante
todo el año daba servicio al Ratón Pérez y a las Hadas del Bosque Encantado.
Peluchita se encargaba de mantener ordenada la ciudad, y registrar cualquier juguete nuevo que llegaba, el cual lo catalogaba y lo incluía por categoría, tamaño y color en la estantería correspondiente. De esa manera, había sitio para los muñecos de peluche, las bicicletas y patinetes, las pelotas, los juegos de mesa y los muñecos interactivos.
También había algo parecido a un cajón desastre donde todo aquello que era imposible de organizar con las categorías principales, se metía ahí dentro y a la hora de buscar algo concreto, los duendes que trabajaban con Peluchita se volvían locos enredando juguetes por todos los sitios, pero era la tarea más divertida, siempre que luego quedara todo recogido, lo cual era el lema de Villajuguetes:
– «Disfruta, juega, enreda y recoge. Todo guardado, fácil encontrado».
La rutina diaria de Villajuguetes incluía una revisión de todas las estanterías, para evitar pérdidas, y mantener la ciudad recogida, cumpliendo con su lema. Un día había pasado el tiempo reglamentario de la revisión, la cual era muy rápida, y tanto los duendecitos, como Peluchita estaban con cara de preocupación en la estantería de las pelotas, ¡algo había pasado!.
De repente alguien se percató del suceso: ¡Peluchita, la pelota violeta está perdida! Se pusieron todos manos a la obra, estaban todos a pleno rendimiento, buscando por todos los sitios, las estanterías, el cajón desastre, las habitaciones de cada uno… La pelota violeta había desaparecido misteriosamente y no aparecía por ningún sitio, ¡increíble!
Tuvieron que dejar las tareas de búsqueda para el día siguiente, sin descuidar el chequeo rutinario de cada día. Esto les hizo estar más desconcentrados, apagados y tristes. Villajuguetes era su vida, y todos se sentían en deuda con su amiga y compañera Violetita. Todos en la ciudad deambulaban con pesadumbre, era importante la organización de la ciudad, y no sólo eso, uno de los juguetes más antiguos del mundo se había ido sin dejar huella.
Peluchita propuso hacer una última búsqueda completa, y si esto no resultaba, como último recurso, hablaría con sus clientes de la Navidad para que le ayudasen a buscar a la pelota violeta.
Se centraron sobretodo en la estantería de las pelotas, les preguntaron a sus amigas de otros colores y tamaños, y ninguna sabía nada. En las estanterías colindantes tampoco había habido éxito y en el cajón desastre pasó lo mismo. Estaban casi a punto de abandonar la misión «¿Dónde estás Violetita?», cuando un duendecillo gritó:
– «Esperad, ¿veis eso que parece un globo desinflado?, a ver si va a ser Violetita…».
En la parte más baja de la estantería, detrás de una de las patas, se encontraba Violetita muy deshinchada y con cara tristona. Apenas podía hablar, se había quedado sin fuerzas, y lo que realmente deseaba era que la sacaran de allí y le dieran un poco de energía en forma de aire, para volver a respirar como antes.
Así fue, al cabo de los días Violetita estaba totalmente recuperada y toda la ciudad escuchaba lo que le había sucedido a la pequeña pelota violeta. En la estantería en la que estaba, estaba durmiendo y quiso ponerse más cómoda, se giró en la balda, y cayó al suelo. Nadie se enteró, ya que todos dormían, y para que la encontrasen empezó a desinflarse para hacer ruido.
Esta experiencia le sirvió a Violetita, y a todos los habitantes de Villajuguetes, para aprender a no confiar en las situaciones en las que nunca pasa nada, y estar pendientes siempre de uno mismo y los demás, para ayudarles y ayudarse a sí mismo a ser mejor.
FIN
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el cuento es malisimo
A mi hija le encantó, muy lindo cuento