PROLOGA DE MI ULTIMO ENCUENTRO

Cuento Corto para niños, escrito por: Víctor Manuel Triana (Colombia)

Amanecer cálido y rigoroso, sensible a la vista; que se encandelilla con el solo rayo de luz que envía el sol por las mañanas. ¿Quién diría que este es el último? ¡Me pregunte!, envuelto en las sabanas blancas que imitan mi figura.

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Como quisiera que fuera el pasado quien viniera hacia mí y revivir aquel primer momento en donde esperaba que un caballero de esos que se hacen llamar cazatalentos, me llamara diciéndome:

– ¡Ven aquí! ¿No te gustaría ir a cierto equipo?

Como olvidar aquel rostro feliz de la persona a la que hoy le debo todo en la vida y hasta mi vida, aquella persona a la que yo reconozco como padre, quien fue mi amigo, mi consejero y el primer fans que tuve.

Mi padre quien con ciertas dificultades, andaba rigoroso y orgulloso de saber que era yo, su único hijo, aquel que le iba a dar la felicidad más grande que pudiera desear. Aún recuerdo esas palabras que relató antes de partir el viaje, un viaje que hasta ahora no he podido terminar, dijo con el acento erguido que lo caracteriza ¡no busques fama, busca diversión!, antes de cada partido lo recuerdo, y ¿quién diría’, que fue la diversión la que me llenó de fama, fama de la que he tenido el infortunio de no disfrutar.

No disfruto la fama por una simple razón, cuando uno sale a mitad del estadio, el cual está lleno de gente hasta los poros, gente que te aclama, gente que cree que eres un Dios; ¡no soy dios!, si fuera un dios disfrutaría de todo lo “bueno” que tiene la fama, entre comillas bueno, ¿por qué?, he visto muchos casos en donde la fama te lleva a la locura, te hace una persona egoísta, te hace sentir un dios.

No quiero cargar con el peso de no poder tener mi alma limpia de pecados al creerme un dios. Hoy, ya que me he levantado, me ducho en aquel baño, en donde el agua te lleva a una confusión entre el calor y el frio, sofoco infernal el que se siente en mi cuarto de baño.

Estando ya en este estadio, repleto de luces de cámaras y celulares, el viento sopla fuerte entre mi cabellera corta y se me infartan los oídos de escuchar como desgastan mi nombre entre sus bocas. Veo en aquellos rostros, la tristeza más grande por la despedida de un ídolo; con solo mirarles a los ojos se les puede sentir el palpitar fuerte de sus corazones, corazones que abundan en las sillas de este estadio, mientras se oye el silbato del juez, notorio es el cismo que se siente en el lugar, por el brincar de los hinchas que saltan como canguros.

Suena el silbato y ya no queda más que divertirme en mi último juego, divertirme como lo he hecho desde pequeño, pero ya es imposible, entre más trato de correr, no me alcanza el oxigeno y mis rodillas se escuchan como suena el partir de un hueso, pues me ha alcanzado para anotar un gol y le doy gracias a Dios por darme fuerzas para ampliar el marcador.

¡Bien!, ya ha terminado el partido y siento todavía como sin parar, en todo su buen sentido, se me hinchan los oídos de escuchar como desgastan mi nombre desintegrándolo entre las letras que lo componen, mientras salgo del campo de juego, se avecina el aguacero mas tremendo, un aguacero deseado por todo chico que quiere lograr su sueño, el aguacero que siempre desee, hoy se hace realidad, un aguacero de palmas, un aguacero de bulla, un aguacero de llanto.

Hoy no es que se acabe mi historia, hoy empieza otra historia sobre mí, me voy dejándoles un museo de triunfos logrado año tras año, con el esfuerzo y sacrificio de todo el equipo, recuerden esto siempre ¡no busquen fama, busquen diversión!, y sean ustedes mismos. Hoy ya he terminado el viaje que un día empecé y no me queda más que vivir la segunda parte de mi vida.

FIN

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