Cuento Corto para niños/as; escrito por: Ulica Tizaber
Saza era una rosa de color violeta claro que vivía en un campo muy grande en Castilla- La Mancha. Todos los días por la mañana se despertaba contenta de vivir en un lugar tan privilegiado, y poder disfrutar de las vistas, del sol, de la lluvia y de todas sus hermanas rosas.
La verdad es que todos los días eran iguales, salvo los cambios en la climatología, pero sólo esas novedades hacían feliz a Saza.
Un día sin Saza esperarlo, fueron de excursión a ese campo tan grande, un grupo de niños de casi tres años, que de vuelta hacia su escuela infantil desde la granja escuela que visitaron ese día, pasaron a conocer la rosa del azafrán, ya que el nombre de su escuela infantil era ese, y los niños, todos los días preguntaban a sus profesoras cómo era la rosa del azafrán.
Saza no sabía muy bien qué hacer, eran niños muy respetuosos, y en ningún momento, ni ella ni sus numerosas hermanas se sintieron despreciadas ni incómodas. Todas habían oído hablar de lo salvajes que eran los niños pequeños, que arrancaban las flores, las pisaban y las niñas las utilizaban para ponérselas en el pelo. Nada de eso sucedió, y las flores violetas estaban encantadas.
Las profesoras de esos niños iban contando la historia de las rosas, hasta que llegaron a una parte que Saza nunca había oído, prestó mucha atención. Cuando estaban en su punto de madurez, hacia mitad de octubre, las mujeres roseras recolectaban las flores, y las extendían en lonas para no amontonarlas, una vez todas recogidas, se sentaba mucha gente alrededor de esa gran lona, y echaban rosas en cestas de esparto que se ponían en el regazo. Hablando y hablando, y a veces, cantando, hacían lo que ellas llamaban, sacar la rosa.
Aquí Saza empezó a encontrarse un poco mareada, pero siguió escuchando, quería saber el final de aquella historia tan cercana a ella y su familia. Las profesoras entonces, explicaron que en el interior de las rosas, existen unos estambres de color rojo, que son muy preciados en el mundo entero, el azafrán. Saza miró a su alrededor y pensó en positivo.
Cuando los niños abandonaron la plantación de rosas del azafrán, y ya estaba oscureciendo, Saza convocó a sus hermanas a una reunión urgente. Con voz segura, les dijo:
– «Hermanas, hemos oído la historia de nuestra vida. Si os hace sentir desdichadas por nuestra corta duración, pensad en positivo. El azafrán es uno de los productos más valiosos del mundo, y somos nosotras quienes lo creamos. Sintámonos orgullosas de nuestra breve labor en el mundo, y disfrutemos del camino».
Todas se emocionaron, pero hicieron caso a Saza, esa noche reinaba mucho silencio en el campo, todas se quedaron pensativas, pero a la mañana siguiente, la felicidad y la alegría pululaban por sus pétalos. Estaban a mitad de octubre, y las roseras comenzaron a acariciar sus tallos para un poco más tarde, sacar el azafrán.
FIN
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