Cuento Corto para niños/as, escrito por: Marcelina Samaniego
Esa fue la pregunta que la pequeña Rossana me hizo hoy día, tratando de encontrar una respuesta a la falta de amor que tenemos los seres humanos con el entorno que nos rodea. Y es que Rossana ama la vida que ve al tocar un pétalo de una flor o al contemplar cada mañana a su
perico Rufo.
Rufo es su mascota, pues ella no puede tener perros, pues el pelo de los animales le produce alergia. Sus padres viendo que ella ama a los animales le compraron hace unos años dos pericos, pero uno falleció y el otro, aunque solito, es la compañía perfecta de la pequeña Rossana.
Ayer ella se levantó como todos los días llena de alegría porque está de vacaciones del colegio. Aunque sea una semana de descanso, Rossana aprovecha sus vacaciones jugando y deseando pronto volver a clases.
Ayer Rossana le sucedió algo muy peculiar. Descubrió en el jardín de su casa una tortuga de mediano tamaño caminando muy tranquila en el patio de su casa. La primera idea que se le vino a su pequeña cabecita inquieta fue que la tortuguita podría haberse escapado de alguna casa.
– ¿De dónde salió esta tortuga?, papi. – El padre muy sorprendido le dijo:
– Hijita creo que esta tortuguita viene de algún río, pues hoy ha llovido mucho y debe haber caminado para llegar hasta nuestra casa.
– Hay que protegerla papá. Hay muchas personas que no cuidan a los animales y los matan por él solo placer de hacerlo.
El padre mirando tiernamente a su pequeña le respondió:
– Rossana tenemos ya una mascota en casa. Tenemos que ver la forma de proteger a esta tortuga. Esperemos que alguien bueno pase por nuestra casa y la entregamos.
Pasaron pocas horas, cuando unos aseadores de la compañía de recolección de basura pasaron haciendo sus tareas habituales de desechos, y el padre de Rossana ofreció la tortuga para que la cuidaran. Sin titubear uno de los empleados accedió y se conmovió al ver al animal.
– Señor, yo tengo mucho espacio en mi casa. Puedo tener a esta tortuga, pues a mí me gustan los animales. Además, mi hijo que está de vacaciones como su hija, se entretiene mucho alimentando a su perro, su gata y ahora alimentará a esta tortuga también. Desde mañana todos jugarán juntos! – dijo el obrero muy entusiasmado.
Ese gesto del señor impresionó tanto a Rossana que hoy me interrogó sobre la posibilidad de que el cielo y el sol fueran de color rosado. Los ojos de los niños son mágicos y sus corazones muy sensibles. Ojalá algún día, los adultos amaneciéramos con el corazón rosa también, para que nuestras acciones con las demás personas, con la naturaleza que nos rodea, sobre todo con los animales fueran con la sensibilidad de los niños y las niñas.
Hoy me pregunto yo: – ¿Qué tal si el cielo y el sol mañana fueran de color rosado?
FIN
– Moraleja del cuento: Cuidar la naturaleza es parte de las bendiciones que nos ha dado Dios, como su creador.
– Valores del cuento: cuidado del medioambiente, respeto, ecología.
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EXCELENTE PAGINA
Me gusta leer cuentos con mi hijo