UN PINGÜINO EN LA PLAYA

Cuento Infantil para niños; creado por: Ulica Tizaber

Los pingüinos eran los animales favoritos de Nico y Jorge, a los que conocieron en el zoológico, y lo que más llamó la atención a los niños al verlos por primera vez, fue la manera de andar que tenían, y como se lanzaban al agua como perfectos nadadores profesionales.

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Nico y Jorge habían pasado todo el otoño, el invierno y la primavera yendo a ver a los pingüinos al zoo, iban los domingos con su familia, y realmente estaban encantados de que les gustaran tanto. Cuando llegó el verano, los niños se pusieron muy tristes, ya que durante esa temporada no podrían verlos.

Nico y Jorge se iban de vacaciones a la playa, y suponían que en un lugar tan cálido como la costa, los pingüinos no podrían estar ni en recintos cerrados y aclimatados a su temperatura habitual de pocos grados. Así que aunque algo desilusionados, sabian que las vacaciones les iban a venir bien para convivir de diferente manera con sus familiares.

El segundo día que fueron a la playa, a lo lejos vieron como un grupo de personas hacía un círculo alrededor de algo que había aparecido en la arena, y Nico y Jorge fueron corriendo a ver qué era, pensaron que sería una medusa gigante o algo así, y qué sorpresa se llevaron cuando lo que había allí de pie aplaudiendo con sus aletas era un pingüino.

¡No salían de su asombro! La gente les dejó pasar porque dijeron que eran expertos en pingüinos, y al acercarse a ellos, comprobaron que era un macho de la especie africana, que debido al cambio climático, había confundido la costa de Africa con la costa de Huelva en España.

Los niños muy orgullosos de saber tanto sobre pingüinos, decidieron llamar al servicio de asistencia de la playa para comentarles el caso, y así lo hicieron, cuando llegaron los técnicos de la playa, Nico y Jorge les explicaron la importancia de llevarlo a su hábitat natural, y que mientras tanto debía estar en un lugar refrigerado para que su metabolismo no cambiara de manera brusca y no superara el viaje de vuelta.

Muy sutilmente, los niños dieron la opción de llevárselo a su bañera y prometieron cuidarlo perfectamente. A los técnicos de la playa y al servicio de protección de animales de Africa les pareció correcta la decisión.

Nico y Jorge estuvieron pendientes de Antonio, así le pusieron de nombre, hasta que tres días más tarde vinieron a recogerlo para llevarlo a su casa. El cariño que le profesaban a su querido pingüino era tal, que las lágrimas se les resbalaban por las mejillas cuando vieron alejarse el helicóptero en el que Antonio volvería a su hogar.

Cuando terminó el verano y los niños volvieron al colegio, todos sus amigos sabían de sus hazañas pingüineras, y el responsable de la reserva de Africa donde Antonio volvió, se puso en contacto con ellos y les dijo que a partir del verano siguiente, tendrían pagados todos los gastos para ir a ver a Antonio a Namibia.

Nico y Jorge todos los años deseaban que llegara el verano, para ello estudiaban mucho para no tener que estudiar en verano y disfrutar de Antonio y su entorno lo máximo posible. Cuando fueron mayores, quisieron dedicarse a la naturaleza y al estudio del cambio climático y su incidencia en especies animales en peligro de extinción y con mucho trabajo, ilusión y flexibilidad, llegaron a ser los mejores científicos de las peculiaridades de la naturaleza.

FIN

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