Quica era una ratita muy sabia, vivía en una papelería, donde se vendían lápices, folios, rotuladores, cuadernos, juguetes y libros, de hecho ella era un peluche y estaba metida en una caja de plástico.
Era un peluche feliz, porque hacía lo que le gustaba hacer, leer. Miraba pasar a la gente y si llevaban un libro en la mano para pagarlo, se fijaba en el título, y se lo aprendía… exactamente no sabía porque tenía ese don, pero así era, al cabo del día hacía el recuento de los libros que se habían vendido, y aprendía palabras nuevas diariamente.
Un día, entró en la tienda una chica con cara de no saber que comprarle a su novio por el día de los enamorados, pero cuando vio a Quica, se abalanzó a por ella, pidió que la envolvieran y se la llevó a su casa. Quica sentía que había perdido su razón de ser, ya no leería títulos de libros, ya no podría fijarse en la gente cuando entrara en la tienda, estaba triste…
La despertó un ruido de papel y unas voces… ¿Qué será esto que me regalas? Te dije que no quería nada por este día tan comercial… Tú ábrelo y luego me dices lo que piensas…
Quica estaba expectante dentro de su caja de plástico, de repente, vio una cara de sorpresa en el exterior… Justo lo que buscaba, ¿Dónde la has encontrado?… En una papelería, la vi con sus ojitos de peluche listo, su pelito, y ese lazo rojo en la cola… y me encantó.
Quica empezó a sentir que la querían, la miraban con cariño, y por lo menos ese día se sintió un poquito mejor… al día siguiente la metieron en una maleta, y otra vez sintió tristeza, ¿es que siempre voy a estar a oscuras? ¡Quiero volver a mi tienda!
De nuevo se despertó con ruidos extraños, hablaban en un idioma que nunca había oído, sintió una curiosidad enorme, y entonces la sacaron de la maleta y la sentaron en un lateral de una mochilita. Desde ahí podía ver todo, empezó a poder leer carteles, también podía leer los nombres de las calles, de las tiendas, de los menús en los restaurantes, estaba en su ambiente, era el peluche más feliz del mundo.
De repente se dio cuenta de que lo leía era nuevo para ella, ya no tenía el mismo formato que los títulos de los libros, estaba aprendiendo palabras nuevas, expresiones nuevas, incluso idiomas nuevos, debía ser el único peluche del universo que sabía leer en nepalí e indio.
Que época tan diferente comenzaba… estaba muy agradecida a la chica que la compró, y siempre se lo agradecería… estuvo con la pareja muchos años, incluso aprendió el idioma de los bebés, porque pasó a ser el peluche preferido de la hija de la pareja.
Un buen día, Quica desapareció, que decepción para la pareja, que de experiencias habían compartido con ella… nunca supieron donde estaba y nunca la pudieron reemplazar. Aunque lo que no sabían ellos, era que Quica se había independizado, saltó del cochecito del bebé, y se fue andando por la calle, en busca de nuevas aventuras.
Quica está perfectamente, vive en un escaparate de una tienda de juguetes, revive cada día el cariño que le profesaba a su pareja y bebé preferidos, y se siente el peluche más afortunado del planeta, porque es feliz esté donde esté y porque lo que ha aprendido a lo largo de los años, es algo que siempre llevará consigo.
FIN
Cuento infantil escrito por: Ulica Tizaber.
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Me ha gustado, pero lo de independizarse no sé…