Una mañana al levantarse, la última lagartija del mundo notó, que se había quedado dormida y ya iba tarde a la escuela.
Bajó las escaleras para ir a desayunar, pero su desayuno no estaba en la mesa, no había ni huevos, ni tostadas, ni cereal, ni nada de lo que solía desayunar; y tampoco encontró a su mamá.
La última lagartija del mundo pensó que su mamá ya se había ido a trabajar, y que lo más seguro había olvidado hacerle su desayuno; entonces la lagartija enojada, se apresuró a salir de su casa e irse para la escuela.
Cuando iba caminando a la escuela no encontró a ninguno de sus compañeros, y esto la hizo sentirse muy feliz, ya que sus compañeros solo la molestaban, aunque también tenía algunos buenos amigos. Cuando llegó a la escuela tampoco vio a nadie, ni a los profesores, ni tampoco a los niños, todo estaba desierto y no había ni un alma.
“Seguro suspendieron las clases” pensó la lagartija, “Que bien, ahora podré ir a jugar y hacer lo que yo quiera” se dijo a sí misma, y con esta idea se marchó de la escuela y se devolvió a su casa.
Pero en el camino a casa tampoco vio a nadie, ni siquiera un auto o un perro, pero la lagartija estaba muy contenta de que no tenía que ir a la escuela ese día, y no se preocupó por eso. Sigue leyendo