Elena y Diego eran dos hermanos que vivían en una casita en lo alto del bosque.
Vivían allí porque su padre Juan se dedicaba a cuidar del bosque, plantaba árboles, cogía la resina que salía de ellos, limpiaba las ramas del suelo y las usaba para calentarse en el invierno, daba de comer a los animales… y muchas cosas más.
Juan disfrutaba mucho viviendo en el bosque y contribuyendo con su trabajo a que este planeta nuestro, el planeta Tierra, fuera un lugar cada vez más habitable y más limpio para todos sus habitantes, y también para las generaciones futuras.
Pero Diego y sobre todo Elena, no estaban tan contentos de vivir en el bosque tan lejos de sus amigos, de las tiendas donde poder comprarse chuches, y de todas las atracciones que hay en la ciudad.
Un caluroso día de verano, Elena se durmió después de comer y empezó a soñar. Un hada apareció junto a ella y le dijo:
– Hola Elena, yo soy tu hada madrina y te puedo conceder un deseo si tú quieres.
La cara de Elena de pronto se llenó de alegría y sin pensárselo dos veces le contó cuál era su sueño, quería vivir en la ciudad, como tantos otros niños para poder ir al circo, al teatro, y poder comprarse muchas chuches, casi todos los días.
El hada madrina la escuchaba con mucha atención, y después de reflexionar un tiempo, que a Elena le pareció eterno, le dijo: Sigue leyendo