Érase una vez un conejo que vivía en una isla llena de cañas de bambú. Se llamaba Puchini, y recorría la isla todos los días de un extremo a otro, sorteando las cañas de bambú, para conseguir comida.
La madriguera de Puchini estaba situada en un extremo de la isla, y el sitio donde Puchini recogía la hierba estaba al otro extremo de la isla.
Un día, Puchini pensó: «¿por qué no puedo ir a por hierba sin tener que esquivar todas las cañas de bambú?«. Entonces, se puso manos a la obra y empezó a arrancar cañas de bambú para trazar un camino que le llevase a su comida fácilmente.
Repentinamente, cuando estaba arrancando la segunda caña de bambú, oyó una voz que le decía: «Conejillo Puchini! No arranques más bambú de tu camino, porque si haces eso, todos los que vivimos en esta isla, desapareceremos!!»