Cuentos de Comprensión

Cuentos infantiles con la comprensión como principal valor humano. Cuentos de comprension para que los niños aprendan a respetar y comprender. Cuentos de comprensión infantiles con mucha imaginación. Te lo pasarás genial contando cuentos de comprensión a los niños. Cuentos de comprensión que estimularán el lado más comprensivo de los niños.

Cuentos de Comprensión:

EL CONEJO Y LA ISLA DE BAMBU

Érase una vez un conejo que vivía en una isla llena de cañas de bambú. Se llamaba Puchini, y recorría la isla todos los días de un extremo a otro, sorteando las cañas de bambú, para conseguir comida.

La madriguera de Puchini estaba situada en un extremo de la isla, y el sitio donde Puchini recogía la hierba estaba al otro extremo de la isla.

Un día, Puchini pensó: «¿por qué no puedo ir a por hierba sin tener que esquivar todas las cañas de bambú?«. Entonces, se puso manos a la obra y empezó a arrancar cañas de bambú para trazar un camino que le llevase a su comida fácilmente.

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Repentinamente, cuando estaba arrancando la segunda caña de bambú, oyó una voz que le decía: «Conejillo Puchini! No arranques más bambú de tu camino, porque si haces eso, todos los que vivimos en esta isla, desapareceremos!!»

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EL ESCARABAJO Y LA ABEJA

En un esplendido campo de margaritas vivía Gregorio, un escarabajo curioso y observador que se maravillaba del mundo que le rodeaba. Solía salir a procurarse su sustento al amanecer, al contrario que sus congéneres. Le gustaba disfrutar de lo que le ofrecía el día, ya que la noche le parecía monótona y poco adecuada para contemplar la belleza que le rodeaba.

Cuando ya el sol estaba alto, le gustaba mirar hacia arriba y contemplar esos largos tallos verdes terminados en un cáliz ribeteado de la alterna blancura y salpicada de matices amarillos entre los que se filtraba el sol. Esto le producía una sensación fantástica que le proporcionaba, además de calor, la felicidad que le impulsaba a vivir el momento día tras día.

Cierto día, estaba absorto en su contemplación cuando una abeja, también curiosa, detuvo su vuelo posándose sobre una margarita y asomándose al borde le dijo: Hola escarabajo ¿qué estás mirando? A lo que Gregorio respondió, saliendo de su asombro: Estoy observando el mundo que me rodea y que me fascina cada día. Pero, ¿qué clase de ser eres tú, que viene de otro mundo y que me mira desde mis margaritas? Gretel, que así se llamaba la abeja, respondió: soy una abeja y me llamo Gretel, y tú ¿cómo te llamas? Mi nombre es Gregorio y soy un escarabajo. Ya lo sé, respondió la abeja. Las abejas conocemos todo lo que está debajo de nosotras porque recorremos grandes distancias volando de flor en flor.

Escarabajo y abeja

Gregorio conocía otros muchos seres como hormigas, gusanos y arañas. También otros más grandes de los que se tenía que esconder para que no peligrara su vida. Pero no se había percatado de que existían las abejas, por lo que hoy tenía un motivo más para maravillarse. ¿Y qué hacéis las abejas volando de flor en flor? Gretel explicó a Gregorio que las abejas se dedicaban a recolectar el polen de las flores para fabricar miel y cera y que hoy se había sentido atraída por el inmenso campo de margaritas que prometían un abundante polen. Gregorio no conocía esa palabra, atreviéndose a preguntar: ¿Qué es el polen y qué tiene que ver con las margaritas?

Gretel comprendía la curiosidad de Gregorio porque ella era curiosa y le explicó todo lo que sabía sobre el polen. Gregorio, confundido, le confesó que creía conocer muy bien a las margaritas pero nunca había visto el polen. Gretel le dijo que las abejas veían el polen de las margaritas y de todas las flores porque las ven desde arriba y que él no podía verlo porque no sabía volar.

Gregorio, después de un momento de reflexión, dijo a Gretel: Explícame cómo son las margaritas desde arriba. Gretel, entusiasmada con la oportunidad de relatar el maravilloso mundo que ella podía observar, le dijo: Imagínate un mar de colores blancos, amarillos y verdes sobre el que la suave brisa provoca olas en las que el sol compone una sinfonía de fantásticos destellos. Gregorio, de inmediato, comprendió la sensación de Gretel, porque era la misma que él sentía cada día. Lo que no podía comprender es porqué Gretel describía a las margaritas de esa manera.

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MANUEL, EL GATO POLICIA

Había una vez un gato, Isidoro, que era muy respetado por todos los demás gatos del lugar, pues había conseguido que una anciana le llevara a vivir a su casa y tuviera todos los cuidados que nunca hubiera podido imaginar.

Manuel, era el policía del barrio y su trabajo consistía en avisar a todos los demás gatos, en caso de que hubiese perros cerca y estuviesen en peligro.

Hoy, era el día en el que tenían que reunirse todos los gatos, para decidir quien sería el nuevo gato policía, ya que Manuel, no podía correr tan rápido como hace unos años y se estaba haciendo mayor…

Cuento Manuel el gato policia

El gato Isidoro, estaba dando un discurso, convenciendo a todos los asistentes, de que sin lugar a dudas el mejor gato que podía tener una responsabilidad como esa, era él. Alegaba que comía muy bien y que eso le permitía estar fuerte y sano, y así ser muy veloz.

Isidoro pensaba que sería el nuevo policía, pues nadie más se presentó, pero de repente, una linda gatita apareció en lo alto de un cubo de basura. «hola amigos, yo también quiero se candidata para policía, pues soy muy ágil y veloz».

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EL ELEFANTE JAMI Y LA ARDILLA MAESTRA

Una vez, el elefante más grande que nunca había existido, Jami, fue a ver a una ardilla llamada Ely, para pedirle un favor.

Ely era maestra de matemáticas desde hace muchos años. Por eso, el elefante fue a verla al colegio, pues imaginaba que estaría allí como todos los días.

Jami, el elefante, se llevó una sorpresa cuando vio que la profesora Ely no se encontraba ese día en el colegio, porque había ido a dar clase a una niña que estaba escayolada y no podía asistir al colegio.

Cuento del elefante y la ardilla

Entonces, el elefante se sintió muy mal y se enfadó al ver que no podía pedir ayuda a la profesora en ese momento, y pensó, que tendría que esforzarse mucho más para resolver el problema que le habían puesto en la universidad.

A la semana siguiente, Ely fue a ver al elefante, para ver que es lo que necesitaba aquel día que ella no estaba en el colegio.

Hola elefante, ¿cómo estás? Me dijeron que fuiste a buscarme al colegio el otro día, ¿qué necesitabas?

Pues ya nada, porque era para un problema de matemáticas que no sabía hacer… pero me han suspendido.

Cuánto lo siento Jami, me hubiese gustado mucho ayudarte, ¿me perdonas?

Buenooo es que estoy enfadado

Pero sabes que yo te hubiese ayudado si hubiera estado en el colegio, ¿verdad?

Si…

¿Entonces me perdonas?! ¿Y dejas de estar enfadado?

Sí, claro que sí Ely! Siento mucho haberme enfadado sin ningún motivo.

Así, el elefante y la ardilla volvieron a estar unidos de nuevo, y Jami, el elefante, aprendió que no puede ser egoísta y supo que no podía tener todo lo que quisiera en el momento que él quisiera.

FIN

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