Cuento Infantil para niños, escrito por: Isella Carrera Lamadrid
Todo sucedió en la ciudad que camina. Gabriel solía jugar todas las mañanas con sus primitos en la plazuela de la ciudad. Esa mañana no era distinta. Siguiendo la ruta de las montañas, después de jugar, regresó a casa de sus abuelos y se acercó a beber agua fresca de las tinajas que se encontraban en la cocina. Su abuelita enseguida le sirvió de comer y le pidió que reposara antes de volver a jugar. Lo cierto era que Gabriel era un niño muy curioso e inquieto, cuando no estaba jugando, se encontraba en el corral junto con los cuyes y las gallinas que criaban sus abuelitos, y si no casi siempre estaba pintando y dibujando dinosaurios, pues estos extintos animalitos le causaban una particular fascinación.
Después de reposar, tal como se lo pidió su abuelita, Gabriel bajó hacia el corral que se encontraba justo debajo del balcón de la casa y se puso a jugar con Jacinto, quien era el gallito más puntual de la ciudad que camina. Sus cantos se escuchaban a diario precisamente segundos antes de que las cinco campanadas de la iglesia sonaran. Mientras jugaba con Jacinto, Gabriel atendía con mucho interés la conversación de sus dos abuelos.
– Esta ciudad está encantada, no es la misma de hace treinta años, cada vez se va encogiendo más y más, es por eso que pronto tendremos que irnos a vivir a otro lugar.