Érase una vez una cigüeña llamada Greña, que vivía en lo alto de un campanario, en un pequeño pueblo de España, llamado Malpartida de Cáceres.
En Malpartida de Cáceres había tantas cigüeñas que, unos señores, lo nombraron como el pueblo con más cigüeñas de todo el mundo.
Así pues, Greña, tenía muchas amiguitas y amiguitos en el pueblo, y jugaba con ellos casi todo el día. Aunque siempre estaba pendiente de que no hubiera ningún problema en Malpartida.
Cada media hora, Greña daba vueltas por encima del campanario para divisar que todo fuera bien, era una cigüeña muy preocupada por su pueblo.
Greña era la cigüeña más pequeña de todas, pero nadie se burlaba de ella, porque era una de las cigüeñas más valientes de toda la localidad de Malpartida.
En el pueblo todos eran felices con las cigüeñas, … bueno, todos … menos una persona…, el ganadero.
El ganadero se quejaba de que las cigüeñas, al ser tan grandes, espantaban al ganado y todos los días se le escapaba de su establo alguna oveja o una vaca.
Greña se enteró de esto y fue a hablar con las vacas y ovejas del ganadero, a las que les dijo: «Vacas y ovejas, ¿por qué os asustáis cuando veis una cigüeña grande sobrevolar vuestro establo?»
A lo que una vaca contestó: «Porque pensamos que viene a por nosotras. Son tan grandes que nos dan miedo, pero tú eres diferente, eres más pequeña y no nos asusta tu presencia«.
Entonces Greña les dijo: Sigue leyendo