Había una vez un pájaro carpintero llamado Poki, que vivía en una selva muy muy grande. En esta selva había muchísimos árboles y eran árboles de casi todas las variedades, entre ellos, había árboles cocoteros.
A Poki le gustaban mucho los árboles cocoteros, porque tenían unas ramas muy grandes en las que posarse, pero sobretodo le gustaban, por el fruto que daban: el coco.
Poki descubrió los cocos, cuando un día, a un mono se le calló uno al suelo, el coco se partió en dos, y Poki fue a curiosear para ver que había dentro del coco…
Poki vio que salía un líquido de dentro del coco, y que aunque el coco era marrón por fuera, por dentro era de color blanco. El interior del coco le pareció apetitoso, así que decidió probarlo picoteando… y a partir de aquel día, el coco fue su fruta favorita.
Pero para seguir comiendo cocos, tenía que esperar a que algún mono los tirara al suelo, ya que él no podía atravesar la cáscara dura con su pico, por mucho que lo intentaba picoteando sin parar.
Pero un día, cansado de esperar a que los monos tiraran al suelo algún coco, y después de mucho pensar, se le ocurrió lo siguiente: «Si yo picoteo la rama con mi pico, es posible que el coco también caiga, y así no dependeré de los monos para tomar mi postre favorito«.
Y así lo hizo, a partir de aquel día Poki tomó coco siempre que quiso, y ya no tuvo que esperar nunca más a que los monos hicieran el trabajo por él.
FIN
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