Había una vez, un columpio verde, en un parque muy muy grande, que estaba dentro de un colegio. Era un columpio muy especial, ya que los adultos no lo podían ver. Pero sin embargo, los niños jugaban con él todos los días.
El columpio llamaba la atención desde cualquier sitio del parque, porque se veía de un verde muy luminoso, incluso por la noche.
Un día, Felipe, un niño de 12 años, fue a jugar al columpio como todos los días, pero notó algo raro al acercarse a jugar. Sentía como si no le apeteciera jugar…
Al día siguiente, de manera inexplicable para él, no veía el columpio, y, aunque no estaba muy seguro de lo que le pasaba, se echó a llorar,…
Felipe, muy preocupado porque no veía el columpio, fue a contárselo a sus amigos, pero ninguno de ellos sabía lo que le pasaba, y le decían: «no se qué te pasará, pero yo sí que veo el columpio… A lo mejor es que te has hecho mayor…«.
A Felipe le dio que pensar y empezó a darse cuenta que últimamente le gustaba hacer cosas de mayores, y que estaba dedicando más tiempo de lo normal a ver la televisión.
«Me he hecho mayor«, pensó. Pero a los pocos días, se dio cuenta que lo único que tenía que hacer, para volver a ver el columpio, era dejar de ver tanto lo televisión.
Y así fue como lo hizo, volvió a dedicar más tiempo a jugar con sus amigos y a leer cuentos infantiles, y volvió a ver el columpio verde como todos sus amigos.
FIN
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