Cuentos de Colegio

IRIS, LA NIÑA FUTBOLISTA

Había una vez, una niña llamada Iris a la que le gustaba mucho jugar al fútbol con los chicos de su clase. Desde siempre, Iris había sido una niña muy especial, pues no hacía las mismas cosas que el resto de sus amigas, como jugar a las muñecas, jugar a las princesas, pintarse las uñas, sino que Iris prefería irse a jugar al fútbol.

Los chicos de su clase estaban encantados con Iris, pues era mucho mejor que otros niños jugando al fútbol, así que siempre intentaban que Iris estuviese en su equipo. Todos los niños de su clase respetaban que Iris jugara al fútbol.

Pero de repente un día, las amigas de Iris le dieron de lado, pues no era como ellas. Cuando Iris se dio cuenta que sus amigas ya no querían jugar con ella, se sintió muy triste, pues no comprendía que porque a ella le gustase el fútbol, no podía ser su amiga.

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Una mañana de camino al colegio, Iris se encontró con su amiga Carolina y decidió hablar con ella para que volvieran a ser amigas otra vez:

«Hola Carolina, me gustaría preguntarte algo…«, le dijo Iris algo tímida.

«Si«, le respondió.

«¿Por qué no queréis que seamos amigas?¿Es porque me gusta ir a jugar al fútbol con los chicos de la clase?«, preguntó Iris.

Durante unos instantes, Carolina se quedó sin palabras, pero al final respondió: «Sí, es que pareces un chico Iris, todo el día jugando al fútbol con los niños, y sino, montando en bici …»

Iris que era una niña muy madura para su edad le dijo a Carolina: «Pues Carolina, creo que no es un motivo para que no queráis ser mis amigas, porque si me voy a jugar con ellos, es porque a vosotras nunca os apetece hacer deporte, y a mí me gusta mucho. Creo que podemos ser amigas, porque aunque me vaya algunas veces con los chicos, vosotras sois mis amigas y también me gusta estar jugando con vosotras»

Después de esa conversación, al cabo de unos días, Iris estaba jugando al fútbol en el colegio con los chicos, y de repente, oyó como una voz la estaba llamando: «Iris, ¿puedes venir un momento?». Sigue leyendo

LA SERVILLETA ROSA Y EL NIÑO DEL CAMPING

Érase una vez, un camping en el que pasaban las vacaciones muchos niños y niñas con sus padres.

Uno de esos niños, llamado Juan Carlos, se alojaba en una tienda de campaña muy grande, junto con sus 4 hermanos.

Juan Carlos era distinto porque no le gustaban las cosas normales que le gustaban a los chicos. No le gustaba el fútbol, no le gustaban los coches, y otras muchas cosas de chicos. Y, aunque sí le gustaban las chicas, en el camping siempre le decían que parecía una niña porque no jugaba al fútbol…

En el camping, Juan Carlos, tenía un amuleto muy especial: una servilleta rosa que llevaba siempre en el bolsillo.

 

Cuentos infantiles - La servilleta rosa y el nino del camping

Nadie sabía por qué la llevaba, y un día, un niño vio como Juan Carlos cogía la servilleta rosa de su bolsillo y la olía. Cuando el niño vio eso, gritó: «Juan Carlos es una niña!! Le gusta el color rosa!!»

Juan Carlos se giró a todos los niños y les dijo: «No, no soy una niña, esto es una servilleta que utilicé para limpiarme de algodón dulce el mejor día de mi vida, y la servilleta acabó coloreándose de rosa. Ese día fue cuando mis padres me llevaron al parque de atracciones y nos lo pasamos genial.»

«Cuando estoy triste me sirve para acordarme de ese día y volver a alegrarme.»

«¿Tú tienes algún objeto que te recuerde un momento feliz de tu vida?»

Todos los niños se quedaron con la boca abierta, y se acercaron a oler la servilleta que se había coloreado de rosa por el azúcar, para ver lo bien que olía.

El resto de niños del camping aprendieron que las apariencias engañan, y que no hay que dejarse guiar sólo por lo que ven sus ojos.

Tienes que conocer por dentro a una persona para saber cómo es.

FIN

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LA CUERDA Y LOS NIÑOS

Había una vez un niño llamado Alonso, que iba a un colegio en el que iban vestidos con uniforme.

Los uniformes estaban defectuosos, y un día, todos los cinturones del pantalón del uniforme del colegio se rompieron, y todos los niños aparecieron en el colegio con los pantalones bajados

Todos menos uno…

La madre de Alonso le había dicho: «Alonso, ponte esta cuerda como si fuera el cinturón, y así podrás ir al colegio a gusto«.

Cuentos-infantiles-La-cuerda-y-los-ninos

 

Alonso obedeció a su madre… y cuando llegó al colegio con la cuerda atada al pantalón, los demás niños se rieron de él, porque la cuerda les parecía algo «cutre».

Alonso se sintió mal, pero se dio cuenta de que había tomado la mejor decisión: obedecer a su madre.

Tras una pausa, Alonso les dijo: «a falta de una opción mejor, prefiero llevar los pantalones agarrados con una cuerda, que ir enseñando el culete a todo el mundo, y además, así podré correr y jugar como siempre

El resto de niños se dio cuenta que Alonso llevaba razón, y todos fueron corriendo a buscar una cuerda por el patio del colegio…

FIN

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EL LAPIZ MAGICO DE LUIS

Había una vez un niño de 7 años llamado Luis que un día paseando por el parque del colegio, se encontró medio enterrado, un objeto que a simple vista no sabia muy bien lo que era…

Luis se ayudó de un pequeño palo que había en el suelo para excavar y sacar aquel objeto enterrado. Después de unos minutos, Luis consiguió sacarlo y fue entonces cuando vio que sólo era un lápiz viejo.

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PABLO, UN NIÑO SIN COMPLEJOS

Érase una vez un niño, que desde muy pequeño se había sentido que era inferior al resto de los niños de su clase, pues sacaba peores notas y además, se reían de él porque era algo torpe, este niño era Pablo.

Había veces en las que Pablo se caía o tropezaba cuando estaba jugando al fútbol, y los niños de su equipo siempre le decían: «Pablo, eres muy torpe

Cuentos infantiles - Pablo un nino sin complejos

A Pablo, escuchar ese tipo de frases de sus amigos, no le venía nada bien, pues cada vez más pensaba que era el peor de todos, y cualquier cosa que decía, se reían de él, lo que provocaba que se enfadase y se pusiera a la defensiva ante cualquier cosa que le dijeran.

Pablo era un niño muy especial, era muy inteligente, educado y le gustaba relacionarse con los demás. Sin embargo, según iba cumpliendo años, no le gustaba que otras personas quedaran por encima de él, ya que entonces, se sentía mal consigo mismo.

Pero un día, Pablo conoció a una niña de 15 años que le gustaba mucho, Alba, y empezaron a salir juntos. Otro día, cuando estaban estudiando en la biblioteca del colegio, Pablo tenía una duda con un ejercicio de matemáticas, así que le preguntó: «Alba, ¿sabes de dónde sale este número?«.

Alba contestó: «Sí, claro que se de dónde sale, pero es muy fácil Pablo, ¿no sabes cómo es?«.

Pablo empezó a sentir ese complejo de inferioridad y se puso a la defensiva, y le dijo: Sigue leyendo