Cuentos de Colegio

EL SEMAFORO Y EL PASO DE CEBRA DE LA GRAN CIUDAD

Érase una vez un colegio situado en el centro de una ciudad muy grande. El colegio estaba rodeado por calles por las que pasaban muchos coches continuamente.

Los niños salían del colegio corriendo y jugando sin parar, y no se daban cuenta del peligro que corrían por tener la calle tan cerca.

Ya habían ocurrido accidentes con los niños, mientras cruzaban la calle sin mirar, o mientras corrían cerca de los semáforos.

 

Cuentos infantiles - El Semaforo y el paso de peatones de la gran ciudad

Para evitar que siguiera sucediendo esto, un semáforo de la zona pensó: «¿Por qué no aviso a los niños a gritos para que no corran cuando vienen coches?, o ¿les cojo de la mochila para que se den cuenta de que están en peligro..?»

Pensó que sería una buena idea, y se lo contó a su amigo el paso de cebra, sin embargo, cuando terminó de contárselo, éste le dijo: «Si hacemos eso, estaremos destinando a los niños a tener un accidente en otro barrio, ya que estarán confiados de que nosotros les salvaremos, y sin embargo, nosotros no estaremos allí«. El semáforo pensó un poco, y se dio cuenta de que el paso de cebra tenía razón.

Así que decidieron adoptar otra estrategia: «A partir de hoy, cada día, cogeremos a un niño cada uno, y le explicaremos los peligros de cruzar la calle sin mirar o de cruzar jugando, con vídeos en los que vean que pueden tener un accidente muy peligroso.»

Además, cuando vieron que el método funcionaba, que los niños eran los que tenían que ser prudentes al cruzar para evitar accidentes, se lo contaron a otros semáforos y Sigue leyendo

EL JUGUETE DE SERGIO

Sergio era un niño de 8 años, algo travieso y sobretodo, un niño al que le gustaba mucho jugar con sus juguetes. Sergio era un niño bueno y siempre sacaba muy buenas notas en el colegio.

Es por eso, que estas navidades, los reyes magos habían venido cargados de muchos juguetes para Sergio, pues en la carta que les envió, les contaba que había sacado muy buenas notas, y que por eso les pedía más juguetes que las navidades anteriores, en las que las notas fueron más bajas.

 

Cuentos cortos - el juguete de sergio

Entre todos los regalos que le habían traído los reyes magos a Sergio, se encontraba una pizarra mágica que acababa de salir nueva, en la que podía escribir o dibujar, y que al agitarla se borraba todo. Sin duda, era el regalo de navidad que más le había gustado, pues se pasaba horas y horas pintando.

A la vuelta de vacaciones, Sergio decidió llevarse la pizarra mágica al colegio para enseñársela a los compañeros de clase. Álvaro, el niño más travieso de la clase, le quitó la pizarra a Sergio, y le hizo de rabiar durante todo el recreo.

«¡Álvaro dame mi pizarra«, le gritaba enfadado Sergio. Pero Álvaro le sacaba una cabeza a Sergio, así que se aprovechaba de ser más alto, para alzar la pizarra y que Sergio no la pudiese coger.

«Venga Sergio, salta a por la pizarra«, le decía Álvaro burlándose de él.

«¡No me borres mis dibujos!«, gritaba Sergio una y otra vez.

En aquel momento, Sergio, decidió ir a buscar a un profesor para contarle lo que estaba sucediendo. Así que se dirigió al profesor y le dijo: «Profe, profe, Álvaro me ha quitado mi juguete y no me lo quiere dar «. El profesor fue junto con Sergio, hacia donde se encontraba Álvaro, para que Sigue leyendo

EL EXAMEN DE JAIMITO

Jaimito era un niño de 11 años, al que le encantaba jugar con su videoconsola al fútbol. Se pasaba horas y horas jugando sin parar.

Jaimito, cuando en el colegio le mandaban los profesores deberes para casa, se encerraba en su habitación para hacerlos, o eso creían sus padres…

Pero un día, llamaron del colegio a la mamá de Jaimito, para que fuera a hablar con su profesor, ya que Jaimito no traía los deberes hechos desde hacía un mes, justo desde el día de su cumpleaños, en el que sus padres le regalaron la videoconsola.

Cuentos-infantiles-El-examen-jaimito

«Buenos días profesora, ¿Qué ha hecho esta vez Jaimito?«, le dijo la mamá de Jaimito.

«Pues que Jaimito lleva un mes sin traer la tarea que le mando para hacer en casa, y últimamente le noto muy despistado en clase, ¿sabe qué le puede pasar?»

Entonces, la mamá de Jaimito se dio cuenta que le había estado mintiendo todo este tiempo, cuando en vez de irse a su habitación a hacer los deberes, se ponía a jugar al juego de fútbol de la videoconsola.

«Sí, ya sé cuál es el problema, y no se preocupe que hablaré con Jaimito«, le respondió a la profesora.

Ya en casa, la mamá de Jaimito esperó a que éste subiera a la habitación para hacer la tarea del colegio, y cuando Jaimito ya estaba en su habitación, de repente, la madre entró sin llamar a la puerta. El susto que se llevó Jaimito, fue tan grande, que se le cayó la videoconsola de las manos y fue a caer a la papelera.

«¿Se puede saber qué haces jugando a la maquinita si se supone que estabas haciendo los deberes?«, le preguntó enfadada su madre a Jaimito.

«Buenooo…yo… Sigue leyendo

LOS CUENTOS PARA NIÑOS Y PARA NIÑAS

En un colegio, hace muchos años, daba clase la profesora María, una profesora firme, y que sabía mucho sobre lectura y lengua castellana.

Los niños de su clase la llamaban «profe», y continuamente andaban de un lado para otro llamándola: «profe, profe!!«.

En la clase había catorce niños y catorce niñas, y aunque solían armar más jaleo los chicos, normalmente se portaban bien todos.

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EL COLUMPIO DE LOS NIÑOS

Había una vez, un columpio verde, en un parque muy muy grande, que estaba dentro de un colegio. Era un columpio muy especial, ya que los adultos no lo podían ver. Pero sin embargo, los niños jugaban con él todos los días.

El columpio llamaba la atención desde cualquier sitio del parque, porque se veía de un verde muy luminoso, incluso por la noche.

Cuentos-cortos-El-columpio-de-los-ninos

 

Un día, Felipe, un niño de 12 años, fue a jugar al columpio como todos los días, pero notó algo raro al acercarse a jugar. Sentía como si no le apeteciera jugar…

Al día siguiente, de manera inexplicable para él, no veía el columpio, y, aunque no estaba muy seguro de lo que le pasaba, se echó a llorar,…

Felipe, muy preocupado porque no veía el columpio, fue a contárselo a sus amigos, pero ninguno de ellos sabía lo que le pasaba, y le decían: «no se qué te pasará, pero yo sí que veo el columpio… A lo mejor es que te has hecho mayor…«.

A Felipe le dio que pensar y empezó a darse cuenta que últimamente le gustaba hacer cosas de mayores, y que estaba dedicando más tiempo de lo normal a ver la televisión.

«Me he hecho mayor«, pensó. Pero a los pocos días, se dio cuenta que lo único que tenía que hacer, para volver a ver el columpio, era dejar de ver tanto lo televisión.

Y así fue como lo hizo, volvió a dedicar más tiempo a jugar con sus amigos y a leer cuentos infantiles, y volvió a ver el columpio verde como todos sus amigos.

 

FIN

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