Érase una vez, una familia muy unida que vivía en una humilde casa en el campo. La casa había sido construida por ellos mismos, con mucho esfuerzo y dedicación, ya que siempre habían querido tener una casa bien construida y que fuese eficiente energéticamente.
La mayoría de los vecinos tenían coches todoterrenos, y por eso, Mario que tenía ocho años y era el hijo mayor de la familia, en varias ocasiones les había pedido a sus padres que cambiaran el actual coche, que ya estaba muy viejo, por un coche 4X4, aunque no lo había conseguido.
Finalmente, los padres de Mario fueron a comprarse un coche, pues el suyo había dejado de funcionar. Cuando llegaron a casa, Mario les estaba esperando en el jardín, impaciente por ver que 4×4 se habían comprado sus padres, pues pensaba: «seguro que se han comprado el todoterreno más grande y que más corre, ahora podré presumir delante de los vecinos del nuevo coche«.
Sin embargo, cuál fue la sorpresa de Mario, al ver cómo un coche que no era un 4×4, en el que iban montados sus padres, se metía en el jardín de su casa. Mario inmediatamente, fue corriendo hacia el coche.
– «Papá, mamá, ¿este es el nuevo coche que habéis comprado?», le preguntó Mario a sus padres angustiado.
– «Sí hijo, este es nuestro nuevo coche, ¿te gusta?«, le respondió su mamá.
– «Claro que no me gusta, no es un coche todoterreno, es un coche eléctrico que no vale para nada, ¿pero por qué os habéis comprado este coche?«, preguntó Mario enfadado. Sigue leyendo